Por JORGE EDUARDO
SIMONETTI
El
tiempo preelectoral no sólo es un período de preparación para la contienda.- Es
también el momento propicio para asistir al espectáculo decadente de las
debilidades humanas, la poca confiabilidad de la política, de los partidos y de
los hombres, que en pos de sus egoísmos personales y sectoriales, no trepidan
en demostrar conductas inconsistentes, contradictorias, cuando no
desvergonzadas.-
“Se
dice que la política es la segunda profesión más antigua del mundo. He acabado
dándome cuenta de que guarda un gran parecido con la primera”, bromeaba en 1977
Ronald Reagan.- Se refería, obviamente, a la prostitución cómo espejo de la política.-
Es
que, en el siglo XXI, más que una broma del mundo de la fantasía, la afirmación
de Reagan parece una puesta en escena de una obra macabra, que la crudeza de
los hechos nos presenta en el mundo real de las anemias humanas.-
Al
ser la política una actividad al servicio de los demás, o debería serlo en su
concepto teórico, está íntimamente relacionada con los comportamientos éticos
que deberían tener quienes la practican.-
Sin
embargo, cuando más transcurre el tiempo continuado de la democracia, se hace
más evidente la intemperie moral que muchos políticos y partidos demuestran en
su desorbitada búsqueda de puestos y resortes de poder, sin el sustento de
ideas y propuestas que justifiquen el acuerdo.- Es lo que se denomina
“pancismo”, que según la Real Academia Española es la “tendencia o
actitud de quienes acomodan su comportamiento a lo que creen más conveniente y
menos arriesgado para su provecho y tranquilidad”.-
Los
ciudadanos deberíamos preguntarnos: ¿nuestro voto sirve simplemente para
blanquear las apetencias pancistas de Juan, Pedro o Diego, de ocupar un puesto
público, o del partido tal o cual para
hacerse del poder?
Días
pasados, en una ajustada votación, la convención de un sesquicentenario partido
de Corrientes, de reciente cisma, por un
ajustado margen de 70 a 68 sufragios, aprobaba incorporarse a la gobernante
alianza ECO.- La prensa daba cuenta que el fundamento esgrimido fue el informe
evacuado por una Senadora provincial, que el gobernador prometía dar el segundo
puesto de la grilla de Senadores y el cuarto de Diputados para los próximos
comicios.- No pasaron muchos días, para que otra convención dejara sin efecto
la alianza, porque aparentemente las ubicaciones prometidas no eran tales.- De coincidencias programáticas,
nada.-
No
intento cargar las tintas contra dicho partido, que hace poco tiempo estuvo en
la alianza con los radicales que hoy gobiernan la Provincia, luego en las
últimas elecciones fue con los peronistas del Frente para la Victoria, ahora pretendía
incorporarse a ECO, y finalmente parece que quedarán solos.- Simplemente que es
el ejemplo más fresco y patético de un desgranamiento conceptual, que troca la
nobleza que debería tener la actividad política, por una más permisiva arena mercantil
en la que todo se compra y todo se vende.-
Este
comportamiento es aplicable a muchas de las fuerzas políticas actuantes en
nuestra Provincia, que hace mucho tiempo abandonaron la defensa de las ideas, para convertirse en estructuras de
conveniencia para quienes manejan las trenzas partidarias.-
En
los tiempos de constitución de alianzas, la pregunta de los políticos es
¿cuánto? y no ¿para qué?.- “Conversamos con todos” es la expresión preferida de
quienes se presentan como mercancías exhibidas en los escaparates del mercado
electoral, sujetas a la puja del remate.-
En
ese afiebrado juego de vanidades, conveniencias, pases y contrapases,
incorporaciones, renuncias, adhesiones, repudios, acuerdos, rupturas, miserias
humanas todas, la ciudadanía pierde absolutamente
la noción de quién es quién, y termina por concurrir a las urnas por obligación
y no por convicción.-
Yendo
a sus raíces, la política es la manera civilizada de organizarnos para la
satisfacción de los intereses individuales y comunitarios, de allí su esencia
ética.- La gente se agrupa en torno a
ideas comunes sobre distintas cuestiones, y esos agrupamientos son los partidos
políticos, cuyo propósito principal es acceder al gobierno para concretar las
ideas que han sido plebiscitadas en función del voto.-
Los
partidos políticos, consecuentemente, deberían ser el hilo conductor de las ideas
de un conjunto, antes que meros instrumentos jurídicos para canalizar las
apetencias personales o grupales.-
Aquello
que en el ámbito parlamentario se conoce con el argentinismo de
“borocotización”, en la política se lo grafica con un neologismo: el
“panquequismo”.-
El
“panquequismo”, de gran utilidad para
dar una vuelta de campana y colocarnos del lado que sopla el viento, cual
veleta de tejado, es una actitud cada vez más repetida en la democracia
argentina.- Y afecta tanto a partidos cómo a personas, a alianzas cómo a candidatos.-
En
los últimos tiempos, recuerdo a un músico de nuestra Provincia, que recorrió
tres o cuatro partidos continuadamente, hasta que consiguió un escaño a fuerza
de galoperas.- Otro comportamiento similar es el que protagoniza el precandidato a Gobernador por
el Frente Renovador, Darío Giustozzi, que de golpe se da cuenta que Massa no es
el que él creía que era, y parece que llevará sus petates a dónde los llevó un
político de conducta casi calcada, Martín Insaurralde.-
Si
la política es simplemente la puja por posiciones de poder y no para cambiar
las condiciones de vida de la sociedad, hace rato que los políticos debieron
organizarse en sociedades comerciales y no en partidos.-
Nada
extraña, entonces, que las tribunas de democracia hayan sido suplantadas por
los sets de televisión, las propuestas
de gobierno por los chistes oportunos, los debates serios por la danza acrobática
o la galopera simpática, el equipo de gobierno por el coach y el acting, en ese afiebrado juego del todo vale, en el
circo alborotado de una democracia que va siendo cada vez más ruidosa pero
menos armoniosa, más gorda pero más débil.-
Es
cierto que los nuevos tiempos han introducido estrategias renovadas, modos
diferentes de llegar a la ciudadanía, instrumentos novedosos para acercar la
propuesta y el conocimiento del candidato, nuevos paradigmas de la gestión
electoral.- Pero de allí a qué ello sea la justificación para que se arrojen
por la borda los principios básicos de la coherencia a cambio de un carguito o
una porción de la torta, hay un campo de diferencia, que debe ser debidamente
advertido por quién constituye el único dato sustantivo de la política: la
gente.-
Que
quede claro: la democracia se cura con más democracia, la república con más
república, la política con más política, para que en el camino queden los
jirones de políticos poco serios y de partidos mercantilizados.-
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