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domingo, 25 de septiembre de 2016

LOS JUECES DEL OPORTUNISMO

DEL OLIMPO AL PURGATORIO
“Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados” (El Talmud)
            En una república, ¿cuál es el funcionario o magistrado que ha sido dotado de mayor poder por la ley? Casi seguramente, la respuesta más común será que el más poderoso es el presidente o el gobernador.- Sin embargo, creo que en ella cabría una confusión entre la cantidad de poder y la calidad del mismo.-
            Los que ejercitan cargos ejecutivos (gobernador, presidente), tienen mayor cantidad de poder, pueden decidir sobre mayor número de cuestiones, pero los que tienen mejor calidad de poder, por lejos, son los jueces.-
            Tengo cinco razones como las principales para arribar a dicha conclusión: a) los jueces son vitalicios en sus cargos; b) no pueden ser sancionados por el contenido de sus sentencias; c) así como deciden una cosa pueden decidir la contraria con los mismos hechos (discrecionalidad);  d) disponen sobre la libertad, la propiedad y el honor de las personas, y e) controlan (o deberían) al poder político.-
            Esa “calidad” de poder que la sociedad organizada le confirió a un ser humano llamado “juez”, debe ser correspondido con una actuación insospechada en el ejercicio de sus cargos de “semidioses”.-
En el marco institucional argentino,  los jueces son los que tienen mejor calidad de poder.-
Temo que no es eso lo que ocurre en la Argentina del siglo XXI, la actuación de una franja del poder judicial y de algunos jueces en particular, ha alimentado sobradamente la sospecha social sobre su correcta actuación.-

domingo, 18 de septiembre de 2016

QUIEREN MATAR AL LADRÓN

                             

 LA JUSTICIA POR MANO PROPIA      

“La violencia jamás resuelve los conflictos, ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas” (Juan Pablo II)
Cuando en 2003 Cacho Castaña, en su álbum “Setiembre del 88”, grababa la canción “Quieren matar al ladrón”, con sus pequeños ojos entrecerrados en pícara sugerencia y su voz, entre cascada y aguardentosa, en emulación casi calcada de su inolvidable “garganta con arena”, nadie podía imaginar que estaba colocándole el título perfecto al drama argentino de la seguridad cotidiana.-
                               Una cuestión de largo arrastre fue debate nacional hace ya más de veinticinco años, en 1990, cuando el Ingeniero Santos se convirtió, para gran parte de la ciudadanía, en el héroe “justiciero” que persiguió y mato de sendos certeros disparos a dos ladrones que, momentos antes, le habían robado el pasacasete de su Renault Fuego.- Santos terminó siendo condenado a tres años de prisión en suspenso y debió  indemnizar a las familias de los muertos.-
                               La discusión, que entonces dividió a la sociedad, hoy vuelve a reeditarse en toda su crudeza, ante la sucesión casi interminable de hechos delictivos que en muchas ocasiones terminan con la muerte de gente inocente, pero que se singulariza cuando las víctimas de la inseguridad se convierten en matadores de sus propios victimarios.- El médico que mató de un balazo al ladrón o el carnicero que lo atropelló en persecución tras ser asaltado, días pasados.-
                               La primera cuestión que surge palmaria en el debate, es que los hechos delictuosos, con sus tremendas consecuencias, se producen por una razón casi fundacional: la ausencia o la insuficiencia de la autoridad pública en un tema que es de su elemental competencia, velar por la seguridad de la gente.-
El estado ha perdido mucho terreno con la delincuencia, en el progreso de los medios humanos y tecnológicos
                               Por causas que son el objeto de un debate más especializado, hace mucho tiempo que el estado ha perdido la pelea con el delito, en orden a los medios tecnológicos y humanos para combatirlo.-