DEL OLIMPO AL PURGATORIO
“Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser juzgados”
(El Talmud)
En una
república, ¿cuál es el funcionario o magistrado que ha sido dotado de mayor poder por la ley? Casi
seguramente, la respuesta más común será que el más poderoso es el presidente o
el gobernador.- Sin embargo, creo que en ella cabría una confusión entre la
cantidad de poder y la calidad del mismo.-
Los que
ejercitan cargos ejecutivos (gobernador, presidente), tienen mayor cantidad de
poder, pueden decidir sobre mayor número de cuestiones, pero los que tienen mejor calidad de poder, por lejos, son los jueces.-
Tengo cinco
razones como las principales para arribar a dicha conclusión: a) los jueces son
vitalicios en sus cargos; b) no
pueden ser sancionados por el contenido
de sus sentencias; c) así como deciden una cosa pueden decidir la contraria con
los mismos hechos (discrecionalidad);
d) disponen sobre la libertad, la propiedad
y el honor de las personas, y e)
controlan (o deberían) al poder político.-
Esa
“calidad” de poder que la sociedad organizada le confirió a un ser humano
llamado “juez”, debe ser correspondido con una actuación insospechada en el
ejercicio de sus cargos de “semidioses”.-
En el marco
institucional argentino, los jueces son
los que tienen mejor calidad de poder.-
Temo que no es eso lo que ocurre en
la Argentina del siglo XXI, la actuación de una franja del poder judicial y de
algunos jueces en particular, ha alimentado sobradamente la sospecha social sobre su correcta
actuación.-