LA JUSTICIA POR MANO PROPIA
“La violencia jamás
resuelve los conflictos, ni siquiera disminuye sus consecuencias dramáticas” (Juan Pablo II)
Cuando
en 2003 Cacho Castaña, en su álbum
“Setiembre del 88”, grababa la canción “Quieren
matar al ladrón”, con sus pequeños ojos entrecerrados en pícara sugerencia
y su voz, entre cascada y aguardentosa, en emulación casi calcada de su inolvidable
“garganta con arena”, nadie podía imaginar que estaba colocándole el título
perfecto al drama argentino de la seguridad cotidiana.-
Una
cuestión de largo arrastre fue debate nacional hace ya más de veinticinco años,
en 1990, cuando el Ingeniero Santos se convirtió, para
gran parte de la ciudadanía, en el héroe
“justiciero” que persiguió y mato de sendos certeros disparos a dos
ladrones que, momentos antes, le habían robado el pasacasete de su Renault
Fuego.- Santos terminó siendo condenado a tres años de prisión en suspenso y
debió indemnizar a las familias de los
muertos.-
La
discusión, que entonces dividió a la
sociedad, hoy vuelve a reeditarse en toda su crudeza, ante la sucesión casi
interminable de hechos delictivos que en muchas ocasiones terminan con la
muerte de gente inocente, pero que se singulariza cuando las víctimas de la
inseguridad se convierten en matadores
de sus propios victimarios.- El médico que mató de un balazo al ladrón o el
carnicero que lo atropelló en persecución tras ser asaltado, días pasados.-
La
primera cuestión que surge palmaria en el debate, es que los hechos delictuosos,
con sus tremendas consecuencias, se producen por una razón casi fundacional: la ausencia o la insuficiencia de la
autoridad pública en un tema que es de su elemental competencia, velar por
la seguridad de la gente.-
El
estado ha perdido mucho terreno con la delincuencia, en el progreso de los
medios humanos y tecnológicos
Por
causas que son el objeto de un debate más especializado, hace mucho tiempo que el estado ha perdido la pelea con el delito,
en orden a los medios tecnológicos y humanos para combatirlo.-