En
la semana que transcurrió, el Juez de Ejecución Penal N° 3, Axel López, fue
absuelto por el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados.- Contó con el apoyo
del oficialismo kirchnerista, que le quitó los votos positivos a la acusación.-
López, había sido enjuiciado por liberar
delincuentes sin la debida merituación, que volvieron a cometer delitos.-
Juan Ernesto Cabeza, violador serial condenado
a 24 años de prisión, liberado por López en contra de la opinión de un perito
médico forense “por serio riesgo de reincidencia”, secuestró y mató en
Resistencia Tatiana Kolodziez en 2012, a las dos semanas de salir.- Otro
violador consuetudinario, Pablo Marcelo Díaz, durante una salida transitoria
otorgada por el juez López, violó y mató de 26 puñaladas a Soledad Bargna, en
2009.- Fructuoso Alvarez González, incendiario asesino de cuatro miembros de la
familia Bagnato, quedó en libertad en 2011 porque López no cumplió los
procedimientos y tuvo un error en el cómputo de la pena.-
En
su enjuiciamiento, el juez López tuvo lo que no tuvieron las víctimas y sus
familias: el guiño cómplice del oficialismo, y la defensa de Eugenio Raúl
Zaffaroni, que cómo reciente cortesano debió abstenerse de ejercitar esa tarea,
por lo menos por razones de una ética mínima.- Poco le importó al penalista su flamante
egreso del máximo tribunal, no dudó en poner todo su influencia y poder,
todavía intacto, para salvar al liviano liberador de delincuentes.-
Roberto
Manuel Carlés, es un joven abogado de 33 años, propuesto por Cristina para
reemplazar como Juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación a Eugenio
Raúl Zaffaroni, de quién es discípulo.- No nos pudo extrañar que fue el propio
Zaffaroni el padrino de la propuesta, ya que integra su cofradía de penalistas.-
Cómo buen militante camporista, Carlés fue a Roma a embeberse de la bendición
papal, con la pretensión de lavar objeciones a su candidatura.-
Ambos
casos, que en apariencia ingenua no tendrían relación entre sí, se unen a través de un hilo conductor de gran
significación en estos tiempos.- Son el producto de la paternidad intelectual y
fáctica de una figura paradigmática de la Argentina “progresista”, cuya
influencia trascendió los ámbitos meramente académico y jurídico, para
proyectarse a la vida diaria de los ciudadanos.- Tanto Axel López como Roberto
Manuel Carlés, son la cría cultural de Zaffaroni.-
Nadie
tiene derecho a meterse en la vida de otro, en tanto éste no ejerza funciones
públicas, especialmente de gran influencia.- Y éste es el caso.-
Olvidando
su pasado de juez del proceso, que la doble métrica kirchnerista obvió en su
propuesta al cargo de Juez de la Corte, ni siquiera ensayó unas disculpas
cuando se descubrió el ejercicio de la prostitución en varios inmuebles de su
propiedad, alquilados a “cafichos” y
“madamas”.-
Sin
pudor y mínima reserva propia de la alta investidura que ejerció, no se privó
de adherir a mitines políticos del oficialismo (recordar su saludo a la puntera
Milagro Sala), ni de manifestar opiniones públicas siempre proclives a la
justificación de los actos del poder.- Tras una pátina de juez moderno, comprometido
con su época, demostró una vez más su patética ubicuidad a los tiempos
políticos, convirtiéndose en el defensor “intelectual” de las prácticas
kirchneristas.-
Pero
no fue en ello que sacó los mejores frutos de la utilización de su privilegiado
sillón de cortesano.- Lo más jugoso, trascendente y perjudicial estuvo en su
influyente prédica a favor de un garantismo casi abolicionista del derecho
penal, que instaló en la sociedad una suerte opción perversa y falsa: o estás
con los derechos de los delincuentes o
no calificas en el “humanómetro” criollo.-
Su
posición doctrinaria, alumbrada por las charreteras poderosas del cargo, le sirvió para ir pariendo una
descendencia intelectual que se esparció por muchos espacios de la estructura
judicial, en especial en aquéllos encargados del ejercicio de la acción
pública.-
De
tal modo, aquello que fue una opinión más en el frondoso reservorio de la
doctrina, por imperio del manejo de las
estructuras de poder fue trascendiendo al ámbito de la legislación
penal y procesal penal.- Le impusieron a la comunidad inerme, un
arquetipo abolicionista que pretende instalar el concepto que aquéllos que
aspiran al adecuado ejercicio de la acción pública estatal en persecución de la
delincuencia, son cavernarios represores de un tiempo pasado.-
Filtrándose
en los resquicios de esa falsa dicotomía, los Axel López y los Carlés
continuarán medrando con la falsa vergüenza de los progresistas de cartón y la
comprobada impericia de quienes no pudieron o no supieron prevenir el aluvión
abolicionista.-
Se me ocurre que Zaffaroni es a la justicia lo
que Cristina a la política.- Maniqueísmo puro, doble rasero a la hora de medir
las conductas propias y las ajenas, intento de producir descendencia
continuista, y ningún respeto por los límites republicanos del propio cargo.-
Mientras
tanto, entre una Justicia que decide no investigar al gobierno en el caso AMIA,
el intento de colocar un juez militante en la Corte y constituir un jurado amigo
que salve a los jueces del palo, seguramente la irresponsabilidad institucional
por las muertes, la inacción jurisdiccional de cierto sector, la
inseguridad, seguirán escribiéndose con tinta invisible en
el limbo de la nada.-
Seguiremos disculpando al Juez que libera
potenciales reincidentes porque cumplió con las formalidades legales.-
Seguiremos nombrando amigos, seguiremos discutiendo reformas penales,
organizaciones carcelarias, seguridad ciudadana.- Pero también,
lamentablemente, seguiremos con un sistema que previene poco, investiga mal y
castiga peor.-
Si
ayer se moldeó una Corte Suprema de Justicia respetable e independiente (salvo
la excepción señalada), hoy la voluntad
política apunta para el lado de la militancia.- No se buscan jueces que aspiren
a ser justos, sino personas que prefieran la obediencia militante, tal como en
el Congreso.-
A
partir de una ciudadanía que no encuentra caminos por dónde canalizar
adecuadamente sus aspiraciones de seguridad y justicia, es que debemos
construir un nuevo prototipo estatal, que no sólo tenga claros los objetivos
sociales sino también una moral unívoca que desmorone los dobles raseros que
terminan por minar todo intento de cambio.-
No
sólo está concluyendo una década que marcó a fuego la política argentina y que
intenta dejar una descendencia política.- Con ella, también debe concluir el tiempo de
la “ética zaffaroniana”, que llenó de confusión a la sociedad argentina y de
incertidumbre a un poder judicial que, a esta altura, necesita de un autoexamen
urgente.-
Es
hora de ponerle límites a la tasa de natalidad de la cría del ex cortesano.-
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