Es
cierto que para la constitución de las políticas de estado, el procedimiento es
fundamental, consiste básicamente en el diálogo, el consenso es su fuente
productora, algo de lo que carecemos en estos tiempos de confrontación.-
La prevención y el combate contra las
adicciones, en especial las drogas,
y la lucha contra el narcotráfico,
son temas que naturalmente merecen un tratamiento de política de estado, en el
que participen todos los sectores competentes, las organizaciones intermedias,
los partidos políticos y el pleno institucional.-
Como
cuestión central, en primer término debe establecerse de qué manera la
Argentina va a definir su posición en torno al consumo y comercialización de
las drogas.-
Si
su política va a ser la persecución de la oferta (narcos) y penalización del
consumo, o si el camino será “a la uruguaya” con la despenalización del consumo
y la legalización y comercialización controlada de ciertas sustancias (como la
marihuana), o va a ser aquélla que hoy se está imponiendo entre los expertos:
en vez de poner énfasis en discutir la legalización y despenalización del
consumo de drogas, apuntar toda la batería académica, médico-científica y
recursos económicos a lo primero y más importante, que es bajar el consumo y la
demanda.-
Sea
como fuere, el segundo paso es que los funcionarios que estén al frente de los
organismos estatales competentes, compartan la política que se adopte.- Un
ejemplo es el caso del ex titular de la Sedronar, el cura Juan Carlos Molina,
que dijo ser partidario de la despenalización, aunque aclaró que su posición
era personal y no involucraba la opinión oficial.-
El
tercer paso es configurar las estrategias necesarias para llevar adelante la
política de estado que se adopte en función del consenso, y dotar al área
competente del presupuesto económico suficiente en relación con la importancia
de su tarea.- Digo, si a valores de 2014, el presupuesto de la Sedronar era de
139 millones, y el del Fútbol para Todos de 1.600 millones, eso nos entrega una
pista de cuál es la importancia que el régimen actual le confiere a la lucha
contra la droga en relación al fútbol.-
Una
cuestión a tener muy presente, es el alto grado de organización de los carteles
de la droga.- Han penetrado en los barrios en función de estrategias
cuidadamente diseñadas, apuntan a la disminución de drogas cómo el crack o el
paco, que matan a los clientes consumidores, para poner el énfasis en otras
sustancias.-
Un
trabajo concienzudo y de alto valor académico, es el “Barómetro del
narcotráfico y las adicciones en la Argentina-2015”, realizado por la
Universidad Católica Argentina a través del Observatorio de la Deuda Social, al
que accedí a través de la amable gestión de la periodista Liliana Romero.-
De
dicho trabajo, extraigo unos pocos números.- El registro de ventas de drogas en
el barrio se incrementó un 50% en cinco años, de un 30% en 2010 a un 45% en
2014.- El incremento no fue simétrico, en cambio: en los barrios altos se
incrementó de un 17 a un 22% en el mismo período; sin embargo, en las villas y
asentamientos precarios el aumento fue de un 53 a un 84%.- En relación al empleo,
la venta se incrementó de un 28 a un 38% en personas con pleno empleo, en
cambio en aquéllos con empleos precarios o desempleados, el aumento fue de un
35 a un 55%.- La venta en personas desempleadas de barrios altos llega a un
26%, el mismo caso pero en aquellas que viven en barrios humildes alcanza a un
83%.- Otro dato relevante es que decae de manera poco significativa con la
mayor presencia policial.-
El
excelente trabajo de la UCA (algo ya acostumbrado), nos ratifica que en los
hogares dónde son más precarias las condiciones socioeconómicas, educativas,
laborales y residenciales, se registran mayores índices de drogadicción.-
Las
fronteras son coladores para el ingreso y egreso de droga, hay muy escasa e
ineficiente radarización, las fuerzas que controlan los espacios limítrofes
(gendarmería, prefectura), para colmo, fueron asignadas a otros lugares por
razones meramente políticas, como el cuidado de la seguridad en el conurbano
bonaerense, dónde están los votos obviamente.-
En
nada ayuda, además, los acontecimientos que los funcionarios del área
protagonizaron en los últimos tiempos.- Hace cinco meses que la Sedronar no
paga los subsidios a las organizaciones intermedias que administran centros de
atención de adictos.-
El ex titular de la Sedronar, José Ramón
Granero, está procesado por la jueza Servini de Cubría, por falta de control
del ingreso al país de precursores químicos (efedrina) para las fabricación de
drogas ilícitas (también lo utiliza la industria farmacéutica para medicamentos
lícitos).- Un dato es sintomático: en 1999 ingresaron 1.190 kilos de efedrina,
a partir de 2004 comenzó a crecer exponencialmente, hasta llegar a su pico
máximo de 20.450 kilos, cantidad inexplicable a partir de la utilización lícita
de la industria farmacéutica.-
Hace
poco tiempo se conocieron registros telefónicos entre 2006 y 2008, que
indican, según investigación judicial,
que empresarios y empleados de droguerías vinculadas al narcotráfico, se
comunicaron con la Casa Rosada, Jefatura de Gabinete y Sedronar, en días
coincidentes con trámites para la autorización de importación de efedrina.-
Patético.- Asimismo, lo que sucede en
Rosario, es preocupante.-
Sin
dudas que la pobreza es el campo más fértil para la proliferación de la
drogadicción, que el estado no tiene políticas claras para encarar las
adicciones, que las fronteras son coladores para los narcotraficantes, que el
presupuesto oficial es ínfimo en relación a la gravedad de la cuestión, que los
funcionarios que pasaron por la Sedronar no son los más adecuados para puesto
tan clave.-
A
todo esto, me permito concluir que en nuestro país, la sociedad está perdiendo
el partido con el narcotráfico por 10 a 1, poco más o menos.- Y las víctimas de
este partido no son jugadores de fútbol, son nuestros niños, nuestros
adolescentes, nuestros jóvenes, y todos los argentinos de bien.-
Roguemos para que Narcópolis vuelva a ser,
simplemente, Argentina.-
Jorge Eduardo Simonetti
http://www.ellitoral.com.ar/es/articulo/362473/Narcopolis
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