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martes, 19 de mayo de 2015

LA RAZÓN POPULISTA



                               La creencia ordinaria que el régimen actual  no tiene ideología de sustentación, es de relativa certeza.-

                               Muchos piensan que el gobierno está apoyado casi exclusivamente en su ejecutivismo patológico, y que construye un relato parodiado de la Argentina y del mundo, sólo para justificar las consecuencias de  sus propios actos.-

                               En rigor de verdad, el primer paso del kirchnerismo fue llegar a la administración nacional con un equipo formado en la gobernación de Santa Cruz, luego  los resortes nacionales le permitieron perfeccionar un modelo de acumulación, de acumulación de riqueza y de poder, para finalmente, con la elaboración de un relato pretendidamente ideológico, completar el combo de un movimiento político con doctrina, militantes y gestión.-


                               La gestión política está a la vista, el elemento humano es una mezcla de militancia paga y en menor porcentaje de gente convencida, más, a su doctrina resulta difícil divisarla, porque se encuentra difusa en una suerte de mescolanza entre nacionalismo adolescente, épica incomprensible y relato fantasioso.-

                               Sin embargo, no es necesario que una ideología (¿no será mucho hablar de ideología en este caso?), una doctrina,  un credo político, esté desarrollado en un libro para ser tal, puede surgir de la reiteración fáctica de comportamientos políticos e institucionales que a través del tiempo compongan un hilo conductor que los unifique.-

                               Una visión peyorativa del kirchnerismo lo describirá como un grupo de aventureros que tomaron por asalto el estado, para formar una red formidable de negocios, favores y gestión autoritaria.-

                               Una visión más objetiva y menos comprometida con las pasiones del momento, nos muestra a una porción importante de la población que cree en el régimen, cree en el logro de importantes objetivos tales como la redistribución de la riqueza, la política de derechos humanos, la igualación de derechos para las minorías sexuales, etc.-

                               Desde la otra vereda, se puede argumentar en contrario sobre el carácter prebendario e inconsistente del  rescate subsidiado de los más débiles, la visión parcializada de los derechos humanos hacia la década del 70 exclusivamente, la politización extrema de las organizaciones representativas de las minorías.-

                               Lo cierto es que el kirchnerismo repite gastadas estrategias demagógicas de otros tiempos, no ha inventado nada nuevo en el mundo de las ideas políticas, ha seguido la vieja receta, tan vieja como utilizada, del populismo en gestión de gobierno.-

                               Aún cuando “populismo” es visto como la versión negativa de lo “popular”, la expresión ha tenido desarrollo no sólo en los gobiernos sino también en la doctrina.-

                               Juan Jacobo Rousseau, el mentor ideológico de la Revolución Francesa, es el iniciador de la concepción populista.- Está sustentada en el concepto de “voluntad general”, en la que “el pueblo” es el soberano, el que debe legislar, independientemente de la forma de gobierno (que puede ser una monarquía o una aristocracia).-

                               La relación entre democracia y populismo no es un tema pacífico.- En un extremo se encuentra la postura de filiación liberal-republicana, que dice que el populismo es incompatible con la democracia.- Del otro la populista pura, para la que una verdadera democracia es populista.- La postura intermedia, la ecléctica, indica que el populismo exhibe credenciales democráticas, pero encierra en potencia un riesgo para la democracia.-

                               Con todo, diremos que la compatibilidad del populismo con cualquier sistema ideológico es posible, dado que en realidad su núcleo propositivo es de carácter moral, basado en la distinción entre un pueblo “puro” y una élite “corrupta”.-

                               El elemento constitutivo del populismo, la voluntad general, se expresa con la pretensión de un pensamiento unanimista, en el que todos los que piensan distintos son incluidos en la categoría de “enemigos del pueblo”.-

                               Los responsables de visualizar e identificar la “voluntad general” no son las instituciones sino “el líder”, en él se deposita la confianza del pueblo, las afirmaciones del líder se convierten en verdades reveladas e indiscutibles.-

                               Lógicamente que en una democracia populista, al convertir a la “voluntad general” interpretada por “el líder” en  verdad inexorable, no hay lugar para el disenso, la pluralidad resulta refractaria al pensamiento oficial.- Decía Rousseau que, aquél que no se pliegue a los dictados de la voluntad general, “se lo obligará a ser libre”.-

                               La prédica de Ernesto Laclau, recientemente fallecido, ha pasado a darle sentido doctrinario al catecismo kirchnerista.- Retomando la concepción russoniana y la postura de Carl Schmitt (también teórico del populismo), Laclau dice que el espacio social es antagonista, en él existen dos campos enfrentados, y  la política es precisamente la lucha por  la hegemonía de ese espacio social.-

                               Por ello el populismo es el triunfo de la “voluntad general” en la lucha por la hegemonía del espacio social.- El líder populista, como triunfante en la lucha por la hegemonía, estipulará el contenido de la “voluntad general” y determinará la raya divisoria entre lo que es el “pueblo” y lo que es el “enemigo del pueblo”.-

                               No es casual la propaganda presidencial de “Argentina, un país de buena gente”, porque para el populismo, el pueblo nunca denota todo el pueblo, sino el buen pueblo, la buena gente.-

                               El perfil confrontativo del gobierno, no sólo es una cuestión fáctica que surge del mal carácter de Cristina, de su mirada torva, de su vanidad, de su pretendida superioridad intelectual, o de una estrategia para eludir las consecuencias de los propios actos de gobierno.-

                               El tener “malos” a mano a quienes culpar,  los “medios concentrados”, los “comerciantes avaros”, los “bancos especuladores”, los “industriales parasitarios”, los “sindicalistas corruptos”, es esencial para la subsistencia del esquema populista.- La lucha por conquistar el espacio social y establecer la hegemonía de la “voluntad general” debe ser permanente, dónde “voluntad general” es la voluntad de Cristina, el “buen pueblo” son sus amigos, y el resto son los “enemigos del pueblo”.-

                               Es por eso que el populismo es confrontativo, autorreferencial y de una moralidad de doble rasero.-

                               La democracia pluralista supone la existencia de instituciones fuertes, que son en definitiva las intermediarias en la canalización de los conflictos.- La otra cara de la moneda es la democracia monista o populista, en la que el líder decide, y punto.-

                               Los que gobiernan hoy en la Argentina, entonces, no son  sólo un grupo de poder mamando opíparamente de la teta estatal, echan mano también al populismo como sustento doctrinario, con todo lo que ello implica.-

                               Definitivamente entonces, la razón  populista es la caricatura kirchnerista de la democracia parasitaria.-

                              

                              

                              

 

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