La
creencia ordinaria que el régimen actual
no tiene ideología de sustentación, es de relativa certeza.-
Muchos
piensan que el gobierno está apoyado casi exclusivamente en su ejecutivismo
patológico, y que construye un relato parodiado de la Argentina y del mundo,
sólo para justificar las consecuencias de
sus propios actos.-
En
rigor de verdad, el primer paso del kirchnerismo fue llegar a la administración
nacional con un equipo formado en la gobernación de Santa Cruz, luego los resortes nacionales le permitieron
perfeccionar un modelo de acumulación, de acumulación de riqueza y de poder,
para finalmente, con la elaboración de un relato pretendidamente ideológico,
completar el combo de un movimiento político con doctrina, militantes y
gestión.-
La
gestión política está a la vista, el elemento humano es una mezcla de
militancia paga y en menor porcentaje de gente convencida, más, a su doctrina
resulta difícil divisarla, porque se encuentra difusa en una suerte de
mescolanza entre nacionalismo adolescente, épica incomprensible y relato
fantasioso.-
Sin
embargo, no es necesario que una ideología (¿no será mucho hablar de ideología
en este caso?), una doctrina, un credo
político, esté desarrollado en un libro para ser tal, puede surgir de la
reiteración fáctica de comportamientos políticos e institucionales que a través
del tiempo compongan un hilo conductor que los unifique.-
Una
visión peyorativa del kirchnerismo lo describirá como un grupo de aventureros
que tomaron por asalto el estado, para formar una red formidable de negocios,
favores y gestión autoritaria.-
Una
visión más objetiva y menos comprometida con las pasiones del momento, nos
muestra a una porción importante de la población que cree en el régimen, cree
en el logro de importantes objetivos tales como la redistribución de la
riqueza, la política de derechos humanos, la igualación de derechos para las minorías
sexuales, etc.-
Desde
la otra vereda, se puede argumentar en contrario sobre el carácter prebendario
e inconsistente del rescate subsidiado
de los más débiles, la visión parcializada de los derechos humanos hacia la
década del 70 exclusivamente, la politización extrema de las organizaciones
representativas de las minorías.-
Lo
cierto es que el kirchnerismo repite gastadas estrategias demagógicas de otros
tiempos, no ha inventado nada nuevo en el mundo de las ideas políticas, ha
seguido la vieja receta, tan vieja como utilizada, del populismo en gestión de
gobierno.-
Aún
cuando “populismo” es visto como la versión negativa de lo “popular”, la
expresión ha tenido desarrollo no sólo en los gobiernos sino también en la
doctrina.-
Juan
Jacobo Rousseau, el mentor ideológico de la Revolución Francesa, es el
iniciador de la concepción populista.- Está sustentada en el concepto de
“voluntad general”, en la que “el pueblo” es el soberano, el que debe legislar,
independientemente de la forma de gobierno (que puede ser una monarquía o una
aristocracia).-
La
relación entre democracia y populismo no es un tema pacífico.- En un extremo se
encuentra la postura de filiación liberal-republicana, que dice que el
populismo es incompatible con la democracia.- Del otro la populista pura, para
la que una verdadera democracia es populista.- La postura intermedia, la
ecléctica, indica que el populismo exhibe credenciales democráticas, pero
encierra en potencia un riesgo para la democracia.-
Con
todo, diremos que la compatibilidad del populismo con cualquier sistema
ideológico es posible, dado que en realidad su núcleo propositivo es de
carácter moral, basado en la distinción entre un pueblo “puro” y una élite
“corrupta”.-
El
elemento constitutivo del populismo, la voluntad general, se expresa con la
pretensión de un pensamiento unanimista, en el que todos los que piensan
distintos son incluidos en la categoría de “enemigos del pueblo”.-
Los
responsables de visualizar e identificar la “voluntad general” no son las instituciones
sino “el líder”, en él se deposita la confianza del pueblo, las afirmaciones
del líder se convierten en verdades reveladas e indiscutibles.-
Lógicamente
que en una democracia populista, al convertir a la “voluntad general”
interpretada por “el líder” en verdad
inexorable, no hay lugar para el disenso, la pluralidad resulta refractaria al
pensamiento oficial.- Decía Rousseau que, aquél que no se pliegue a los
dictados de la voluntad general, “se lo obligará a ser libre”.-
La
prédica de Ernesto Laclau, recientemente fallecido, ha pasado a darle sentido
doctrinario al catecismo kirchnerista.- Retomando la concepción russoniana y la
postura de Carl Schmitt (también teórico del populismo), Laclau dice que el
espacio social es antagonista, en él existen dos campos enfrentados, y la política es precisamente la lucha por la hegemonía de ese espacio social.-
Por
ello el populismo es el triunfo de la “voluntad general” en la lucha por la
hegemonía del espacio social.- El líder populista, como triunfante en la lucha
por la hegemonía, estipulará el contenido de la “voluntad general” y
determinará la raya divisoria entre lo que es el “pueblo” y lo que es el
“enemigo del pueblo”.-
No
es casual la propaganda presidencial de “Argentina, un país de buena gente”,
porque para el populismo, el pueblo nunca denota todo el pueblo, sino el buen
pueblo, la buena gente.-
El
perfil confrontativo del gobierno, no sólo es una cuestión fáctica que surge
del mal carácter de Cristina, de su mirada torva, de su vanidad, de su
pretendida superioridad intelectual, o de una estrategia para eludir las
consecuencias de los propios actos de gobierno.-
El
tener “malos” a mano a quienes culpar,
los “medios concentrados”, los “comerciantes avaros”, los “bancos
especuladores”, los “industriales parasitarios”, los “sindicalistas corruptos”,
es esencial para la subsistencia del esquema populista.- La lucha por
conquistar el espacio social y establecer la hegemonía de la “voluntad general”
debe ser permanente, dónde “voluntad general” es la voluntad de Cristina, el
“buen pueblo” son sus amigos, y el resto son los “enemigos del pueblo”.-
Es
por eso que el populismo es confrontativo, autorreferencial y de una moralidad
de doble rasero.-
La
democracia pluralista supone la existencia de instituciones fuertes, que son en
definitiva las intermediarias en la canalización de los conflictos.- La otra
cara de la moneda es la democracia monista o populista, en la que el líder
decide, y punto.-
Los
que gobiernan hoy en la Argentina, entonces, no son sólo un grupo de poder mamando opíparamente
de la teta estatal, echan mano también al populismo como sustento doctrinario,
con todo lo que ello implica.-
Definitivamente
entonces, la razón populista es la caricatura
kirchnerista de la democracia parasitaria.-
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