CORREO ARGENTINO
“Ni una hoja se torna
amarilla sin el silente conocimiento del árbol todo, tampoco el malvado puede
hacer el mal sin la oculta voluntad de todos vosotros”
(Khalil Gibrán)
El acuerdo económico en trámite ante
la justicia, entre el Estado Nacional y
la concursada empresa del grupo Macri, por la reestatización del Correo Argentino, ha resultado un nuevo
disparador del debate acerca de la corrupción en la Argentina.-
Las
privatizaciones de los noventa
y los “commodities” en los primeros
lustros del siglo XXI, sirvieron
para engordar unas arcas fiscales que fertilizaron las tentaciones de los que
manejan el poder.-
Por
esos tiempos, la corrupción estuvo más
presente que nunca, ante una sociedad que jamás
alcanzó a definir un calibre ético uniforme para los que malversan el
dinero público.-
Un
comportamiento social errático fue
la respuesta ante los distintos sucesos disvaliosos.- Si la economía va bien,
somos tolerantes con la corrupción pública.- Por lo contrario, si nuestros
bolsillos están flacos, condenamos a la primer sospecha.-
También
nuestros posicionamientos políticos
condicionan nuestro juicio moral.- Si los acusados son del palo, ni las “in
fraganti” valijas repletas de dinero servirán para convencernos del delito, o,
lo que es peor, para que nos importe aunque así fuera.-
La
sociedad jamás alcanzó a definir un
calibre ético uniforme para los que malversan el dinero público
De
allí que la ética de los gobernantes
y funcionarios es la misma ética de la sociedad: ambivalente, bifronte,
autorreferencial.-
Las
cicatrices que en la moral de la república dejaron los obscuros procesos de privatización
de los noventa, quedaron eclipsados en
su envergadura con aquello que vendría después, y que un periodista diera en
llamar el “ladriprogresismo”.-