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domingo, 2 de octubre de 2016

UTÓPICOS O MENTIROSOS

EL RELATO DE CADA GOBIERNO
“El objetivo no era tanto construir un mundo mejor en el que la gente viviera, sino hacer una gente mejor que viviera en el mundo” (H.G. Wells)
                              ¿Cuántas veces soñamos con un mundo mejor, un país mejor, una ciudad mejor? Con quimeras  se vive mejor la vida, aunque cambiar el entorno no sea todo, necesitamos también cambiar nosotros mismos.-      
                               Alguna vez escribí que no hay gobierno sin relato y no hay relato sin utopías.-  ¿Cómo compatibilizamos, entonces,  con el aluvión de críticas que sufrió el gobierno kirchnerista por la construcción de su relato? La respuesta es simple: el relato no fue cuestionado como tal, sino por su contenido.-
                               En la literatura, el relato puede construirse a partir de dos parámetros: realidad o ficción.- En la política, en cambio, debe partirse de la realidad, la ficción es engaño.-
Un gobierno debe entusiasmar a la sociedad con la épica de un relato, porque gobernar es mucho más que administrar
                               Cristina Kirchner, en especial, construyó la épica de su gobierno, no ya desde la ficción inocua del paraíso sobre la tierra, sino de la falsificación de los datos duros de la realidad.-
                               Un país serio se cimenta a partir de la veracidad de sus informes estadísticos, lo que no ocurrió en la Argentina del tercer lustro del siglo, dónde no sólo se engañó descaradamente con el índice inflacionario (singular  generador  de distorsiones múltiples), sino que se instaló una burbuja de fantasía a partir del discurso presidencial: “de lo que no hablo, no existe”.-
                                De tal manera, por arte de magia, desapareció la pobreza y la indigencia en la Argentina de Cristina, que por la “maldad” de Macri de descorrer el velo que cubría el Indec, hoy vuelve a aparecer con toda su crudeza por encima del 30%.-

                               Consecuentemente, construir el relato no supone la mentira, el ocultamiento, la falsificación de los hechos.- Un gobierno debe, necesariamente, trasmitirle a la sociedad un relato basado en hechos reales, plantearle una epopeya detrás de objetivos importantes y trascendentes para el conjunto, aunque parezcan inalcanzables.-
En política, el relato debe partir de la realidad, la ficción es engaño
                               Y ese relato debe estar constituido también por utopías, porque la esencia de la vida humana, el motor del progreso, el alimento fundamental del espíritu, es la esperanza de ser mejores en un mundo mejor.-
                               No nos levantaríamos de la cama cada día si no alimentáramos  la esperanza de mejores tiempos, porque somos algo más que carne y hueso, respirar y comer, dormir y despertar; somos fe, voluntad y espíritu, alimentados por nuestros propios sueños.-
                               Las utopías tienen función esperanzadora, por la capacidad humana de soñar; también su costado axiológico, permite reconocer los valores fundamentales de una comunidad en un momento concreto; y una utilidad crítica, posibilitando comparar un estado ideal con el real, para medir las cotas de justicia y bienestar que aún nos restan por alcanzar.-
                               Por ello, gobernar una sociedad no es competencia exclusiva de tecnócratas, economistas y numerólogos, hay que agregarle la política como factor fundamental, porque es misión de la política la creación de las utopías sociales.-
Las utopías son el alimento del espíritu, forman parte del núcleo existencial de la vida humana: la esperanza
                                Íntimamente relacionadas con el deseo de dar un sentido a la vida y alcanzar la felicidad, la búsqueda de un mundo mejor, más solidario y más justo, marca la estrecha relación entre las utopías y la justicia.-  Es la política la que debe plantearlas, si éstas resultan internalizadas por la gente, el combo resulta ideal para la construcción de objetivos comunes por los que valga la pena luchar en conjunto.-
                               Todos los gobiernos tuvieron sus relatos y utopías.- El Perón del 73 pregonaba la unidad de los argentinos, los dictadores del 76 a colaborar con el “proceso de reorganización nacional”, Alfonsín nos convocaba a participar de las recuperación de la democracia y el fortalecimiento de la república, Menem a achicar el estado y agrandar la Nación.- Todos con mayor o menor realidad, con mejores o peores intenciones, pero con relatos al fin y al cabo.-
                               Hay una diferencia fundamental que remarcar en el contenido del relato de las dos últimas gestiones gubernamentales, las de Cristina y la de Macri.-
                               El relato de Cristina fue “contra” y, valga el juego de palabras, el de Macri es “pro”.- Cristina nos bombardeaba con sus cadenas nacionales, convocándonos a luchar “contra” los malos del mundo, contra el imperialismo yanqui, contra los fondos buitre, contra los empresarios avaros, contra los jueces que se le oponían,  contra éste y contra el otro.-
El gobierno kirchnerista fue contestatario, siempre encontró el enemigo de turno contra el cual elaborar el relato
                               Macri, en cambio, nos plantea el objetivo de  gobernar con todos, dejar trabajar a la justicia y al parlamento en sus ámbitos específicos,  respetar la división de poderes y apuntar a la pobreza cero.-
                               En ambos casos, hay una mezcla de utopías y mentiras, que sin dudas neutralizan la fuerza del relato como movilizador social.-
                               Es cierto que hay gente mala, hay inversores rapaces, hay empresarios mezquinos, pero el destino de un país descansa en lo que hagamos en favor de nosotros mismos, los mensajes de guerra contra los malos del mundo terminan sólo en una retórica improductiva.-
                               Con Mauricio Macri dimos una vuelta de campana en el contenido del mensaje.- Ya no se convoca a la ciudadanía a trabajar “en contra de”, a unirnos “para derrotar a”, a movilizarnos “para escrachar a”.-
                               Nos plantea este Presidente, con algo de ingenuidad y mucho de utopía, el objetivo casi inalcanzable de la “pobreza cero”.- Es cierto, no es una afirmación dura y pura, es una utopía esperanzadora.- Pero a la par, las medidas de estos meses nos llenan de dudas, especialmente a los sectores medios.-
                               Para el empresariado, el campo, los industriales, la devaluación, la disminución de las retenciones y otras medidas, sirvieron para el inicio de una recuperación indispensable de la economía de producción.-
                               No se disminuyeron, y en muchos casos se incrementaron, las ayudas sociales para los sectores pobres, los jubilados nacionales comenzaron una lenta recuperación de sus ingresos y haberes adeudados.-
                               La clase media, en cambio, es la que principalmente sufrió los efectos corrosivos de la inflación, sumando a  parte de la misma a integrar la franja de pobreza de las estadísticas oficiales.- El mantenimiento del impuesto a las ganancias al sector asalariado, contribuyó a esta situación.-
                               Si la utopía es la pobreza cero y el gobernar con todos, el sacrificio debería ser compartido en justas proporciones, para que todos los ciudadanos se sientan comprometidos con los objetivos.-
El mensaje de Macri parte de utopías esperanzadoras como la pobreza cero, pero se debilita con puestas en escena poco creíbles
                               Es cierto que Macri ha contado con un elevado y hasta ahora duradero hándicap de paciencia social, construido fundamentalmente a partir del desprestigio kirchnerista.- Pero en su gobierno, al ser sideralmente más trasparente que el de Cristina, las inconsistencias se exponen instantáneamente al conocimiento público.-
                               Se pretende abonar el mensaje optimista del gobierno,  integrando al relato, idílicos paseos en bicicleta por el Central Park, charlas ciudadanas en montados escenarios colectiveros, o veinte timbrazos en domicilios particulares, logrando sólo debilitarlos en su fuerza convocante por una combinación poco creíble de ingenuidad y escenografía.-
                               Sin embargo, necesitamos seguir creyendo en que nos espera un próximo mejor destino y que superaremos las consecuencias de la década autoritaria.- Por ahora, alcanza con cándidas utopías y mentiras benignas, habrá que combinarlas con mayor número de hechos palpables.-
                                               Jorge Eduardo Simonetti

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