¿FRANCISCO O BERGOGLIO?
"De cierto os digo, que ningún profeta es aceptado en su propia tierra" (Lucas 4:24)
Faltaban mil quinientos años para que
Colón anoticiara al mundo conocido sobre la existencia del continente
americano, cuando Jesús, el enviado de Dios según el cristianismo, pronunciara
esas palabras que resultarían premonitorias
para los argentinos de dos mil años después.-
En
este pequeño instante de nuestra existencia terrena, que se pierde en el
infinito transcurrir de los tiempos, nos toca lidiar con circunstancias
derivadas de un hecho que antes no hubiéramos imaginado: tener un papa de nuestra misma nacionalidad.-
Los
católicos argentinos siempre juzgamos a los ocupantes del trono de Pedro
conforme las características de cada uno.- Desde la bonhomía de Juan XXIII, el
papa bueno y reformista, hasta la seriedad doctrinaria de Benedicto XVI,
pasando por Pablo VI, Juan Pablo I y II, supimos
apreciar en su medida los aportes de cada quién a la religión y al mundo.-
Pero con
Francisco, la cosa es distinta.- El peine fino analítico que los distintos
sectores sociales y políticos de la Argentina, le pasamos al entramado de palabras, gestos, actitudes y hechos del
actual jefe de la iglesia católica, generalmente nos conducen a caer en
conclusiones cuando no exageradas, a veces erróneas, o, si ajustadas, emocionalmente extremas.-
Es
que el ser humano es así, tiene una carga de sentimientos que se exacerban cuando la cercanía es mayor, y de tal
modo perdemos objetividad, la cercanía espiritual no nos permite tener la perspectiva
emocional necesaria para juzgar con ecuanimidad.-
Francisco
expresó que no vendrá a la Argentina este año ni el siguiente
En
el mensaje dirigido por Francisco al
pueblo argentino, comunicando que no vendría a nuestro país en 2016 y 2017, se
lo advertía apesadumbrado, algo inseguro,
y, tal vez según mi criterio, bastante avergonzado.-
Parecía no creer en sus propios argumentos, ni
Asia ni África ni la enormidad del mundo parecían razones suficientes para no encontrar lugar en su agenda y cumplir
su palabra de estar en tierra paisana el año próximo.-
Desde
que partió al cónclave el martes 26 de febrero de 2013, sólo acompañado de una
valija de porte mediano y una cruz de madera, no se le volvió a ver por estos
pagos a Jorge Mario Bergoglio parado en sus gastados zapatos.- Hoy, hacen tres años, siete meses y trece días; el 31 de diciembre de 2017, habrán
transcurrido casi cuatro años y diez meses.-
Cuba,
México, Brasil, Paraguay, Bolivia, Ecuador, los países latinoamericanos
visitados por Francisco, ¿cumplirían condiciones
especiales que no se dan en Argentina para que el papa los visitara? Los
niveles de pobreza, de violencia, de exclusión, ¿tendrían algo que ver?
Temo que no. Y el razonamiento, según
mi modo de ver, es exactamente inverso al que expresara en el párrafo
anterior.- La pregunta debería ser: ¿qué tiene Argentina de diferente a los
otros países visitados? Y la respuesta, de tan sencilla, parece una verdad de
Perogrullo: es el país natal de
Francisco.- Ni más ni menos.-
Un
mensaje que demuestra que le está costando ser profeta en su propia tierra
Es
que el vicario universal, un mortal al fin y al cabo, padece lo mismo que
Jesús, el enviado de Dios: no ser creído
en su propia tierra.-
“Que Cristo detenga el sol como Josué, que
eche a los romanos, que someta a Israel la nación de los gentiles, y entonces recién
creeremos en Él”, reclamaban a voz en cuello los habitantes de Judea a
Jesucristo.-
La
historia no admite paralelismos de absoluta simetría, pero se asemeja la
situación en gran parte a la relación contradictoria que los distintos sectores
sociales de nuestro país han establecido con el papa Francisco, que no está
resultando profeta en su tierra, la Argentina.-
Tengo
para mí que las razones de agenda esgrimidas por el santo padre, no son las
reales para la postergación de su visita.- Las verdaderas, son intuidas por
casi todos, casualmente las reveló de manera pública alguien de su entorno más
cercano, el legislador porteño y dirigente social Gustavo Vera: “vendrá
al país cuando sea factor de unidad y no de división”.-
Es
que Francisco, al contrario de lo que sucede en todo el mundo, nunca se sintió papa en su propio suelo,
no dejó de ser Jorge Mario Bergoglio
anímicamente, fue incapaz de romper las cadenas conceptuales y emocionales que
lo siguen atando al drama argentino.-
Sus grandes valores espirituales y
humanos, su prédica meritoria como pastor de almas, su trabajo con los más
humildes, el ecumenismo en su práctica igualitarista, su sencillez alejada de
todo boato, su decisión de abrir la iglesia y salir a la sociedad, le ganó
admiración mundial, pero no impidió que para la Argentina tuviera gestos incomprensibles en un religioso
de su investidura y calibre.-
Los
argentinos ponemos una gran lupa sobre las actitudes del papa, sacando
conclusiones exageradas y emocionalmente extremas
Trató
a la Argentina y a los argentinos como Bergoglio y no como Francisco, envió mensajes de alto contenido político,
hizo guiños de inconfundible direccionalidad, mostró simpatía para algunos y
adustez para otros, fue permanentemente un
tirador por elevación para la política argentina, se entrevistó con jueces
que tienen en sus manos causas altamente sensibles.-
Y
todos esos gestos, aún para la persona más importante de la historia nacional,
no fueron ignorados y tuvieron un alto
costo, generando tensión y ahondado la división social, dos consecuencias
de indiscutible realidad.-
Por
ello, los gastados zapatos de Jorge Mario Bergoglio no se verán caminando los
suelos de la patria en un tiempo largo, su inteligencia lo hace consciente que
su presencia puede traer hoy consecuencias indeseadas para su amada Argentina.-
Bergoglio
no ha roto aún las ligaduras que lo atan conceptual y emocionalmente al drama
nacional
En
un párrafo de su mensaje, reveló el Pontífice que en sus viajes sigue utilizando el pasaporte argentino.- Una contundente alegoría de la realidad.-
Porque si para el mundo, el 13 de marzo de 2013 se convirtió definitivamente en
el Francisco universal, él mismo prefirió
seguir siendo un argentino para sus connacionales, con demostraciones
claras de tal condición.-
Creo
que hoy paga por ello, y necesita ganar tiempo para sumar ecumenismo en su propia tierra.- No dudamos que lo hará, a
pesar de la inmensa carga que lleva sobre sus hombros como pastor universal.-
Dos
conceptos del mensaje me quedaron resonando.- El primero, cuando habla de la “cultura
del reencuentro, dónde cada uno tenga su lugar, que todo el mundo pueda
vivir con dignidad y que se pueda expresar pacíficamente sin ser insultado o
condenado, o agredido o descartado”.-
El
segundo, cuando nos propone a los argentinos los deberes para la casa, entre
ellos: “perdonar al que nos ofende. ¡qué difícil es perdonar! Todos hoy
en el mundo necesitamos perdonar mucho y
ser perdonados”.-
Creo
que es, a partir de ese mensaje papal, cuando los argentinos tenemos que recrear la concordia entre nosotros
mismos, perdonando y olvidando.- Y no me estoy refiriendo a la actuación
judicial contra los que malversaron la esperanza y el dinero público, esa senda
debe seguir siendo transitada, como lo es aquélla contra los que violaron los
derechos humanos.-
Perdonarnos
es la cuenta social pendiente que nos
señala el obispo de Roma a los ciudadanos de a pie
Pero
reconozcamos que el mismo papa, en un ejercicio sublime de humildad, se coloca
en el banquillo del acusado y pide perdón.- ¿Quiénes somos nosotros para no perdonar, y, más que ello, no pedir
perdón?
“Recen por mí” nos pide siempre.- Desde
esta columna le decimos: rece Ud. por nosotros, Francisco, porque vamos a
necesitar mucha ayuda divina para restaurar la fractura expuesta de la
sociedad, y comenzar a transitar el
futuro que nos merecemos todos, sin excepción.-
Jorge Eduardo Simonetti
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libre reproducción, a condición de citar su fuente
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