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viernes, 3 de junio de 2016

¡DACCI LA TUA PAROLA, FRANCESCO!

CARISSIMO PAPA:
                               Esta carta tal vez nunca sea leída por Ud., porque no voy a enviársela.- No creo tener suficiente discernimiento para decirle algo útil o inteligente, ni la preparación para conjugar adecuadamente el verbo divino.- Pero la escribo porque me la dicta el corazón.- Si no lo hiciera, admirado Francisco, tal vez el ahogo de mis pensamientos me juegue una mala pasada.-
                               Soy argentino,  uno de esos tantos millones que el 13 de marzo de 2013, sin especulaciones de ningún tipo, nos emocionamos hasta las lágrimas cuando desde el balcón pontificio escuchamos el anuncio de “habemus papam” del cardenal protodiácono, que precedió a su presencia generosa y bonachona.-
                               También de aquéllos que, en la misma oportunidad, a duras penas pudimos disimular nuestro desconcierto e indignación, cuando la carpa de Tecnópolis se llenó de silbidos ante la noticia de su elección, mientras la Presidenta de los argentinos, desde el micrófono, apenas esbozaba unas frías palabras de compromiso.-
                               Soy también de los que se entristecieron con la ofensiva del pool de medios del estado, arrojando dudas infames sobre su figura.-No fue grato ver como el Sr. González, Director de la Biblioteca Nacional, o el oficioso vocero oficialista Horacio Verbistky en Página 12, o Hebe de Bonafini,  la de la resistencia heroica de “Madres” y de la estafa infame de “Sueños Compartidos”, y tantos otros funcionarios y artistas morraleros, no escatimaran palabras en el vano intento de arrastrar su nombre por el fango.-
                     Me he gratificado cuando Ud. aceptaba, con paciencia franciscana, las visitas de una Presidenta que de la indiferencia y el disgusto por su elección,  pasara sin estación intermedia a ser su más ferviente admiradora.- Aunque, claro está, tuve vergüenza ajena por tamaña hipocresía.-
                               Estaba Ud. recibiendo a quién representaba a todos los argentinos, nuestra Presidenta.- Y si le dedicaba el tiempo necesario y le demostraba afecto, por carácter transitivo lo recibíamos todos los argentinos.- Lo cortés no quita lo valiente, me dije a mi mismo.-