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sábado, 9 de marzo de 2019

¿QUIEN LE CREE AL PRESIDENTE?


UN DISCURSO, DOS PAÍSES
"No que me hayas mentido, que ya no pueda creerte, eso me aterra"
Friederich Nietzsche
                       Uno de los actos más trascendentes de nuestra democracia republicana es, sin dudas, el discurso presidencial de apertura de las sesiones ordinarias en el Congreso. Importante en las formas y en el fondo.
                               Las formas, aunque simbólicas, funcionan como representativas del sistema democrático. Patéticamente fueron violentadas por el comportamiento energúmeno de legisladores kirchneristas y de la izquierda, que a grito pelado interrumpían una y otra vez al presidente. Fungieron con sus alaridos, apenas como claque desaforada y barrabravas de traje.
                               A los autoritarios genéticos nunca les importaron las formas republicanas, cuando están en el poder simplemente imponen sus visiones, cuando están fuera de él, recurren a la violencia verbal y material y a la histeria descontrolada para violarlas. Está en su naturaleza, no otra cosa podemos esperar.
Las formas democráticas no fueron respetadas.  Los legisladores kirchneristas y de la izquierda, que a grito pelado interrumpían una y otra vez al presidente, fungieron apenas como claque desaforada y barrabravas de traje
                               Pero la importancia del acto del 1° de marzo radica en su aspecto sustantivo, cual es el contenido de la alocución presidencial.
                                No es un discurso más, no es político ni de tribuna. Es, o debería ser, un mensaje institucional, una rendición de cuentas. Especificar los grandes números en las distintas áreas, contrastarlos con años anteriores, explicar detalladamente las dificultades, dar las razones concretas de los logros y de los fracasos, hablar fundadamente de los principales problemas del país, y de las medidas que se están adoptando para superarlos o atenuarlos.

domingo, 5 de noviembre de 2017

MACRI PUSO LA CUARTA

CAMBIO DE ÉPOCA O ÉPOCA DE CAMBIOS
 “La esperanza es la última que muere, dirían los optimistas; pero muere, dirían los pesimistas; los realistas dirían, pero como la humanidad no puede vivir sin esperanza, hagamos algo para que no muera la esperanza”
José de Souza Silva
                               Con los resultados electorales del 22 de octubre, muchos periodistas calificaron la nueva etapa como un cambio de época.- Una época histórica cambia cuando se transforman de forma cualitativa y simultánea las relaciones de producción, relaciones de poder, experiencia humana y cultura.- No creo que éste sea el caso, pero resulta evidente que ingresamos en una etapa distinta en la Argentina del siglo XXI.-
                               Desde el discurso dado por el Presidente Macri el lunes pasado, utilizando un juego de palabras podemos decir que más que un cambio de época es una época de cambios.- Cambió la actitud del primer mandatario, más firme, más apasionado, más decidido, más ilusionado, cambió en su decisión de encarar un conjunto de medidas que rompan el “statu quo” de un estado gordo pero no fuerte, aunque sus anuncios fueron muy genéricos.-
                               Utilizando términos futboleros, podríamos decir que el gobierno de Cambiemos tuvo una primera etapa en que jugó a la defensiva, intentando mantener el estado de bienestar tal cual lo había dejado el kirchnerismo.- Sin embargo, simultáneamente fue la época de la restauración de la esperanza, de la vuelta a la normalidad, de valores olvidados, del sistema republicano, de un Congreso que debate, de una justicia que actúa contra la corrupción, de un Indec que no miente.-
                               Sintiéndose recargado por el resultado electoral, ha decidido Macri jugar al ataque en su segunda etapa, manteniendo la presión alta sobre los problemas.-  Se dispone a encarar un nuevo ciclo, aquél que él mismo ha denominado el de el “reformismo permanente”, cuyo objetivo fundamental es la disminución de la pobreza en términos reales, y que, a mi juicio, descansa sobre tres patas fundamentales: la disminución de la inflación, la creación de empleo de calidad y la distribución equitativa de las cargas.-
Macri, alentado por los resultados electorales, anuncia una nueva etapa, la del “reformismo permanente”.- Consolidados los principios republicanos, comienza un camino diferente, el que sale al encuentro de los problemas, con el objetivo central de disminuir la pobreza
                               No sabemos si el contenido concreto coincidirá con sus propósitos, pero lo positivo es que las reformas serán sometidas al debate, que debe ser no solamente entre los legisladores nacionales, sino también con la presencia y la opinión crítica de los gobiernos locales, que de una vez por todas deben abandonar la siesta provinciana y actuar de manera ágil y proactiva.-