EL DILEMA IRRESUELTO DE MACRI
“Cuando se
sincera la economía hay un precio que pagar, por eso es peligroso el populismo:
es el sacrificio del futuro por un presente efímero”.
Mario Vargas Llosa, escritor
Que Mauricio
Macri es una persona optimista, nadie duda, pero que además muchas veces le han
faltado evidencias para sustentar su optimismo, eso tampoco está en cuestión.
Desde la pobreza
cero y la inflación fácilmente domesticable de sus comienzos como presidente, a
este presente del incremento geométrico del costo de vida, desvalorización
importante de la moneda, contracción marcada de la actividad económica, hay un
campo, un campo de imprevisión, de anuncios sin base fáctica, de una mirada
casi infantil sobre los males de la Argentina y sus soluciones.
Macri es el
modelo de libro de aquello que Winston Churchill dijera: “el político debe ser capaz de predecir lo que va a pasar mañana, el
mes próximo y el año que viene, y de explicar después por qué no ha ocurrido”.
A una tremenda
falla en el diagnóstico inicial de la economía argentina, le sumó una sucesión
de medidas de gobierno que, por ser inadecuadas o insuficientes, sólo consiguieron
traernos a este presente.
La Argentina
viene de un pasado populista que el presidente ha prolongado por la
ralentización de su metamorfosis y la falta de un modelo alternativo.
En su descargo,
hay que decir que, a diferencia del kirchnerismo autocrático, debió negociar
toda medida importante de gobierno, con un poder distribuido horizontalmente
con el congreso, y verticalmente con los gobernadores de provincia.