UN LIDERAZGO DEMOCRÁTICO Finalmente ha terminado de escribirse
la letra chica, esa que figura
siempre al margen del libro grande de la historia argentina, la que se
arrumbará en papeles amarillentos del rincón más oscuro de las sinrazones
criollas, la que servirá simplemente
como apostillas de un tiempo de sainetes
y milonga barata, ésa que seguramente no integrará la verdadera épica de la
construcción de la patria, aunque, valga decirlo, nos haya tenido injustamente
en vilo a los argentinos.-
Debe,
nuevamente, comenzar a tallarse los
trazos gruesos de la patria, los que se realizan con el cincel del esfuerzo, de la imaginación y de la audacia,
con mucho coraje, con responsabilidad, pero también, hoy más que nunca, los que
se estampan con la A de afecto, la M
de mancomunión, la O de orgullo, la R de reconciliación.-
El
jueves pasado ha asumido un nuevo
Presidente de la Nación.- Lo repito: ha asumido un nuevo Presidente de la
Nación, aunque la frase parezca la verbalización fantasiosa de un sueño
interminable.- Es un hecho, lo demás es
pasado, debe serlo, aunque sea un pasado que se empeñe en seguir trascendiendo
por sus peores características.-
La historia de los pueblos tiene herencia
pero no inventario, los ciudadanos somos el banco de prueba de los
experimentos populistas, y seguiremos siéndolo hasta el fin de los tiempos si
es que no escarmentamos.- De allí que, por sanidad psicológica, nuestra propia
mente debe ocuparse en internalizar lo
bueno y sepultar lo negativo, para seguir viviendo con optimismo esta
Argentina que nos toca transcurrir.-
Mauricio Macri no la tiene fácil,
tampoco nadie le aseguró que la tendría.- Pero, se me ocurre, comienza su gestión con una ventaja
cualitativa respecto a su antecesora: no
parece tener odios, ni con sus adversarios políticos, ni con sectores
sociales y políticos determinados, ni con países del mundo interrelacionado,
tampoco se odia a sí mismo.-
Esto
ya es una ventaja superlativa, en la indispensable tarea de reconstrucción del afecto social, que
resulta prioritaria para un mandatario que asume en los tiempos ríspidos de una fractura expuesta, que aparenta ser sólo de
superficie, de superestructura, de maquillaje, de dirigentes políticos malquistados, pero que
en verdad se ha proyectado profundamente
a las mismas bases de la convivencia social.-
Para
tal cometido, no es suficiente haber ganado las elecciones.- Resulta necesario
la construcción de un verdadero
liderazgo, pero no uno cualquiera, sino uno esencialmente democrático, que sólo se alcanza con el tiempo y el trabajo paciente de convencer, y no de
vencer al adversario con la metodología opresora.-
Convencer
que no es necesario irse a vivir a otro lado por el simple hecho de no
coincidir con un gobierno que no votamos, porque para ese gobierno un argentino
debe valer siempre lo que cualquier argentino, sea de derecha de izquierda,
kirchnerista, proísta, radical, justicialista, progresista.-
Ese
liderazgo tendrá la ímproba tarea de catequizar
a la sociedad argentina, a todos los sectores.- Un verdadero país, es aquél
que es capaz de contener a sus ciudadanos dentro de sus fronteras, que sabe
albergar sin crispaciones la verdadera
riqueza de pensamientos diferentes.-
Un
país justo e inclusivo es aquél que tiene líderes que predican con el ejemplo,
que no intentan cambiar la libertad por
comida, la dignidad por abrigo, la
democracia por la esclavitud moderna del plan social.-
Un verdadero líder positivo, como lo
fue Mandela u otros de su calibre, debe ser aquél que transforma la mirada
torva, el gesto adusto, la tristeza del derrotado, en fuerza positiva para
participar de una gesta que nos incluya a todos, sin que para ello debamos dejar nuestras convicciones e ideas políticas
colgadas en la puerta de entrada de la casa del poderoso de turno.-
Seguramente
la tarea no es fácil.- Hace tiempo
que la República Argentina está reclamando un liderazgo democrático.- Pero uno
que vaya de menor a mayor en los resultados, y no al revés como lamentablemente
le sucedió a Raúl Alfonsín con la hiperinflación, uno que demuestre realmente
que las libertades democráticas no son
incompatibles con el progreso económico, menos aún que la justicia social sea inherente
a los populismos.-
En
ese progreso, la tarea de la oposición será también fundamental.- Con los
oficialismos hegemónicos sólo pueden construirse autocracias, no naciones
democráticas.- Un verdadero país, también debe contar con una oposición consistente que, con sus propias ideas, sepa encontrar confluencias positivas para la solución de
los problemas reales.-
No
es momento de reavivar antiguos conceptos de resistencia política, no estamos en una dictadura.- La
verdadera resistencia del pueblo argentino debe ser contra la pobreza, la
discriminación, el narcotráfico, la corrupción, males ya endémicos que importarán
un arduo trabajo de erradicación.-
Nadie
puede caer en la ingenuidad que sólo con la buena disposición los caminos
resultarán allanados.- No, de ninguna manera, la tarea es ingente.- Pero deben
bajarse las barreras psicológicas y políticas de aquéllos que, agazapados,
esperan el mínimo traspié para traer un pasado que, bien o mal, ya transcurrió.-
Los pueblos no vuelven sobre sus pasos,
porque el tiempo no transcurre en vano y la realidad no tiene comandos para
hacer un replay de los hechos sucedidos.-
En
el futuro próximo, el gobierno
tendrá que demostrar una gran muñeca
negociadora, para poder gestionar exitosamente el acompañamiento crítico de
un Congreso dominado por la oposición.- Macri
tiene antecedentes en tal sentido, mal
no le fue en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la que tuvo que
convivir con una Legislatura opositora en los ocho años de su gestión como Jefe
de Gobierno.-
A
su vez, la incógnita principal es la evolución política y el comportamiento legislativo de quiénes
abandonan el poder luego de ejercerlo durante doce años continuos.- ¿Será que el kirchnerismo le ha dado muerte
definitiva al justicialismo?, ¿resurgirá el peronismo como el ave fénix,
sacudiéndose la asfixiante hojarasca santacruceña? ¿Los legisladores opositores
serán todos kirchneristas sedientos de venganza? ¿Aparecerá el casi olvidado peronismo con la impronta del viejo
General?
En
suma, ¿resucitará ese partido que ha resultado casi esencial para la
evolución de la democracia argentina, con dirigentes de real valía, o, por el contrario, continuará afianzándose, ahora en el
esquema opositor, ese aparato hegemónico de un modelo cuasi
militarista, que sólo sabe de dar y recibir órdenes, no de disensos ni de
lógicas consensuales?
Estoy
convencido que ha terminado el tiempo
del esquema bipartidista de los últimos sesenta años.- Macri ha ganado la
Presidencia con un partido construido desde cero.-
Ello
no significa que, tanto el justicialismo
como el radicalismo, hayan culminado
su presencia política en el país.- Ambos, cada uno desde su perspectiva, son todavía garantes de una gobernabilidad
indispensable para la construcción
de la Argentina moderna y tienen mucho que darle al país, en hombres políticos,
en ideas, en convicciones republicanas.-
Previamente,
peronistas y radicales deberán lidiar
con los respectivos monstruos que tiene adentro, que siguen vivos y que si continúan en
crecimiento, terminarán devorándolos.-
A Macri, al Pro, a Cambiemos, la tarea
que le espera es de gestión, de mucha
gestión, porque los problemas que enfrentan son complejos y hay una
sociedad que espera.- Pero, que no se
olviden de la política, la política grande, porque gestión sin política
equivale siempre a acción sin ideas.-
Así
es la vida, así debe ser la democracia,
la eternidad no existe, la infalibilidad menos.- El método de prueba y error es preferible al de la venda y el látigo.-
Jorge Eduardo Simonetti
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu opinión