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domingo, 8 de noviembre de 2015

MIEDO

MIEDO A DEJAR EL PODER.- “Sólo hay que temerle a Dios, y en todo caso a mí un poquito”, dijo una exultante Cristina en 2012, en el apogeo de su poder.- Es que, antes que amada,  siempre prefirió ser temida.- Pronta a jubilarse, según sus adláteres ya no es hoy a Cristina a quién hay que temer, sino a Mauricio Macri.-
                               De pronto, aquello que fue un componente secundario en la campaña electoral de la primera vuelta, se convirtió en el elemento sustancial del camino oficialista al “ballotage”: el miedo.- También la extorsión y la amenaza.-
                               Todos ellos agitados desde las esquinas del poder, desde las ventanas del mando, desde cada personaje de la década ganada, en sus más diversas formas, que en dosis masivas se intenta inyectar en  los corazones y las mentes de los argentinos.-
                               Desde el argumento infantil hasta la afirmación truculenta, desde el  cierre de Tecnópolis hasta la vergonzosa afirmación del Ministro de Salud respecto a los centros de atención oncológica, desde la liberación de los condenados por los derechos humanos lanzada por una desesperada Carlotto hasta el vaciamiento del Conicet, desde la pérdida del trabajo o del plan social hasta el inadmisible alineamiento partidario de muchos rectores de universidades nacionales, sigue y suma, una larga lista de “calamidades” nos esperan a los argentinos si no ganan, si no vuelven a ganar otra vez,  los mismos que ocupan el poder hace doce años.-
                               Tarde y mal.- Mal, porque más que miedo generan indignación; tarde, porque parece que no advirtieron que el electorado ya no tuvo temor al cambio, más del 63% lo votaron en la primera vuelta.-
                               Pero, aunque lo parezca, no es un invento kirchnerista, es casi tan antiguo como la humanidad.-  Desde el fondo de los tiempos, la ira y el miedo se han usado como instrumentos de control, dominación y movilización política por parte de las elites y grupos gobernantes.-
                               Primero fue el miedo a la furia de los dioses y a la ira de la naturaleza y las pestes, después, fue el miedo a las guerras por sus efectos devastadores; en regímenes más modernos, a los autoritarismos y los totalitarismos; hoy, bajo sistemas democráticos, a la pobreza, a la debacle económica, a la delincuencia, al terrorismo.-