Una buena parte de la sociedad argentina prefiere vivir en la mentira y estirarla todo lo que sea posible. Tiene buenas razones para hacerlo:
se trata de una actitud sólidamente basada en la experiencia y en un cálculo de
estricta racionalidad...
...convengamos que en
Argentina se verifica más que en ningún otro lado que nadie puede saber dónde
cuernos le va a tocar estar en el largo plazo...y porque la conoce cree que le conviene dejarse engañar: necesita creer que el actual estado de cosas puede durar,
precisamente porque sabe muy bien que está agarrado con alfileres y cualquier
salida supone riesgos y costos. Así que se
deja melonear por una presidente que actúa un presente perpetuo, como si
nunca fuera a dejar de estar en su cargo y pudiera seguir eternamente “en
cartel”, como protagonista estelar del varieté nacional. Y por un candidato oficial que ha convertido
en refinado culto el método de no
hacer jamás una afirmación comprobable o refutable sobre nada.