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domingo, 3 de diciembre de 2017

LA ARGENTINA POST FACTUAL

CRISTINA SENADORA, NO RESISTE ARCHIVO
 “Incorporar a un ciudadano (al Senado) con múltiples procesos (judiciales), todos ellos con motivo del ejercicio de la función pública, agregaría un escándalo difícil de superar y heriría de muerte las posibilidades de reconciliar esta institución con la sociedad”
Cristina Kirchner, Presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado Nacional, el 14 de diciembre de 2001
                               A Hitler no le importaron los hechos.- Inoculó a los teutones con emociones intensas, relacionadas con locos ideales de superioridad racial, sobre las cuales montó la más formidable maquinaria de mentiras y de muerte.-
                               El pueblo alemán le creyó al cabo austríaco, no se preocupó en averiguar los hechos, se sintió convocado por un discurso incendiario y la propaganda oficial.- El “miente, miente, que algo quedará” del Ministro Propaganda nazi Joseph Goebbels, hizo el resto para crear una atmósfera irreal y fantasmagórica.-
                               Pasaron ochenta años y en el mundo se reeditan algunos patrones de un período en que las comunicaciones eran casi primitivas, comparadas con esta época de internet, tecnología y redes sociales, en el que el conocimiento humano se duplica cada doce meses.-
                               Los tiempos que transcurrimos se conocen como “era post factual”, o de la post verdad, dónde la importancia de lo real y de la evidencias en la información que consumimos diariamente, es cada vez menor.- No nos importan los hechos, sino las teorías o discursos que coinciden con nuestros sentimientos, lo que en psicología se ha dado en llamar “sesgos confirmatorios”.-
                               La base de este “realismo emocional” es que nuestras certezas no están construidas sobre los hechos tal cual suceden,  sino sobre la percepción que cada uno tenga de ellos.- Entonces, nada mejor que trabajar sobre las emociones de los seres humanos para disolver  su capacidad de razonamiento.-
                               En los tiempos que corren, la actividad que tal vez esté más impregnada de “sesgos post factuales,  sea la actividad política, y en especial las campañas electorales.- Donald Trump y el Brexit, fueron los campeones de ello, no importaron los razones, los números, los hechos; la clave fueron las emociones que generaban en el público, aún con mentiras y medias verdades.-
El 65% de las afirmaciones de Trump en la campaña electoral de 2016, fueron comprobadas como totalmente falsas.- A la gente no le importó y ganó las elecciones
                               El sitio de verificación de datos (fact cheking) del The Washington Post, le otorgó a Trump la calificación máxima en la escala de deshonestidad –cuatro Pinochos-, ya que alrededor del 65% de sus declaraciones  fueron comprobadas como totalmente falsas.- Sin embargo, así y todo ganó las elecciones, porque  la sociedad se desinteresa de los hechos y de las verdades, tiende a creer que lo que siente está bien.-

                               Los seres humanos preferimos, muchas veces, manejarnos con la post verdad y no con la verdad, con los sentimientos y no con los acontecimientos, con aquello que coincide con nuestra manera de ver las cosas y no con la contundencia de los números.-
                               Es difícil convivir con la realidad, porque no es buena ni mala, lo que no tiene es remedio; y  ante lo irremediable, queremos una voz  que nos tamice el descarnado escenario, para hacer más fácil nuestra existencia, aunque al final aparezca la verdad con todas sus consecuencias.-
                               La Argentina del siglo XXI, estuvo preñada de post verdad, de relato manufacturado, de simulación, de apariencia, de hipocresía, de exageración, de explotación de los sentimientos en detrimento de los hechos.-
Los principios éticos y jurídicos, cedieron paso a la post moralidad, como administración inteligente de la hipocresía


                               De tal modo, fuimos construyendo el mundo de la post moralidad, que al decir de Miguel Wiñazki  es “la administración inteligente de la hipocresía”; de la post justicia, calificada por Tato Young como  “la administración inteligente de los tiempos políticos”; de la post política, que podríamos calificar como “administración inteligente de los sentimientos sociales”.-
                               Deberíamos preguntarnos si la eticidad de las conductas, para la sociedad,  se coteja con patrones morales.- Si no es así, la honestidad pasaría a ser una mera cuestión de oportunidad y no de valores como debería.- La post moralidad es hacer pivotear los juicios éticos sobre la identidad de los protagonistas y no sobre sus virtudes y defectos.-
                               Cristina Kirchner ha sido una administradora eficaz de los tiempos sociales, de los relatos fabricados, de las fantasías populistas.- Pero no deja de ser ejemplo contundente de la post verdad,  porque su conducta no resiste el archivo de los sucesos.-
                               El miércoles pasado ha jurado como Senadora de la Nación, no obstante tener varios procesos judiciales por administración fraudulenta, asociación ilícita y lavado de dinero, todos con motivo del ejercicio de la función pública.-
Dieciséis años luego de haberle negado el ingreso al Senador electo por Corrientes en 2001, Raúl Romero Feris, Cristina asume su banca en las mismas condiciones jurídicas sin siquiera ponerse colorada
                                Como Presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales,  hace dieciséis años impidió la asunción de un Senador electo por Corrientes, Raúl Romero Feris, que estaba en las mismas condiciones jurídicas que hoy no le impidieron a ella acceder a la banca.- Post verdad, post política, post moralidad.-
                               Maldonado es un detenido desaparecido, no importa que se haya encontrado su cuerpo y que la junta de peritos haya dictaminado que falleció ahogado, sin que se haya ejercido violencia alguna sobre el cuerpo.- Tampoco a la izquierda le importan los hechos, le conviene la post verdad,  las emociones que generan un mártir en su “imaginario” y la palanca política que les resulta, para acusar al  gobierno de represor, aunque nada sea cierto en el campo de la realidad.-
                               Nuestra justicia también ha sido porfiada cultora de la tesis post factual por encima de las certezas.- Supo administrar el tiempo de la investigación de delitos en la función pública, de los procesamientos,  de las detenciones, de las juicios, de las sentencias.- Cuando no había opción, el tiempo fue una opción, con las causas juntando polvo en los cajones.- Saber esperar es de sabios, razonaban (también de pillos).-
                               La justicia le dijo a la política, tal como el dicho afgano, “Uds. tendrán los relojes, nosotros tenemos el tiempo”, y el tiempo, que no es neutro, creó la oportunidad y la justicia oportunista la tomó.-
                               En la etapa de la post verdad, los mismos jueces de lentitud exasperante, se convirtieron en prestos bomberos que apagaban los fuegos de una sociedad descreída, sin dar explicación alguna de su doble velocidad.- No administraban justicia, administraban los tiempos.-
                               Caer una y otra vez en la trampa que nos tienden aquéllos que exacerban nuestras emociones, constituye verdaderamente la tragedia de la era post factual.- Intelectualmente, estamos padeciendo una aguda falta de pensamiento crítico, de imparcialidad, de debate, nos estamos cocinando en el caldero de nuestras propias pasiones, atizados por el fuego de los oportunistas.- Y no nos damos cuenta.-
Es más fácil prenderse al “me gusta” de aquello que coincide con mis sentimientos, que hacer funcionar el intelecto en la ardua tarea de razonar
                               La comodidad de las ideas “predigeridas” que nos presenta internet, las redes sociales y el gigante Google, nos ha convertido en “haraganes intelectuales”, incapaces de tomarnos el trabajo de confrontar ideas. Es más fácil prendernos al “me gusta” de aquello que coincide con mis sentimientos, que hacer funcionar el intelecto en la ardua tarea de razonar.-
                               No es sólo la Argentina, es el mundo.- Son millones y millones de personas que comienzan a uniformar sus opiniones en función de la segmentación que la propia tecnología hace de la información,  conduciéndonos al extremo pernicioso de la masificación acrítica.-
                               Los hechos no importan, importa lo que yo creo.-
                                                           Jorge Eduardo Simonetti
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