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domingo, 20 de marzo de 2016

Y UN DÍA, EL CONGRESO DESPERTÓ

DEL LEVANTAMANISMO AL DEBATE.- Ni el Congreso es Blancanieves ni Macri el Príncipe, pero, tal como en el cuento de los  hermanos Grimm, parece que el primero despierta al influjo del segundo, después de un largo y profundo sueño.-
                               El Poder Ejecutivo remitió el proyecto de negociación con los holdouts, la Cámara de Diputados debatió en comisión y en el recinto, se votó y aprobó con 165 votos a favor, de los cuales poco más de 80 son oficialistas, el resto los aportó una oposición que hizo cambios en la iniciativa original.- Los legisladores del Frente para la Victoria, apenas tuvieron el atisbo folklórico de colocar banderitas argentinas en las bancas, no ofrecieron alternativas válidas, votaron en contra, venían de la comodidad de la imposición mayoritaria, tiempo en el que no era necesario ni debatir ni dialogar, menos aún tener imaginación para encontrar caminos de consenso.-
                               Luego de doce años de un pesado sopor legislativo, en el que sólo se cumplían órdenes y aprobaban las iniciativas oficialistas y a libro cerrado, el Congreso comienza a despertar y a asumir su papel de caja de resonancia de la democracia.-
                               La arquitectura constitucional de la República Argentina está elaborada en orden a  un sistema, democrático en la convivencia y republicano en el reparto del poder político.-
                               Obviamente, como en casi todos los temas, una cosa es lo que está escrito y otra  lo que sucede en la realidad.- Más cerca o más lejos del texto constitucional, las improntas individuales y los procesos políticos determinaron, con distinto grado, la mayor o menor concentración del imperio estatal.-
                               Desde los gobiernos de facto, en  que se abrogaban jurídicamente las bases del sistema y se gobernaba sin poder legislativo y con una justicia intervenida, pasando por las autocracias de origen democrático, con la concentración efectiva del poder en el órgano ejecutivo y la existencia meramente simbólica de los restantes estamentos, dejaron poco margen para el funcionamiento de una república verdadera, ésa en la que los presidentes administran, los legisladores legislan y los jueces juzgan.- Tan simple como éso.-
                               Ubicados en este presente nacional, advertimos cuánto cambió la Argentina en relación a unos pocos meses atrás.- ¿Cambió? ¿Qué cambió, si seguimos teniendo las mismas dificultades de inflación, déficit fiscal y problemas estructurales? Sí, ello es cierto, pero el cambio que señalo no está referido a las cuestiones económicas y materiales de la vida de la gente, que sin dudas requieren de un tiempo distinto para componerlas, sino a un comportamiento institucional radicalmente diverso, que rescata los valores del sistema en el que elegimos vivir.-