BATALLA POLÍTICA Y BATALLA SOCIAL.- Por imperio de la ley y de una ética mínima, los gobernantes tienen la obligación de ser
justos, de actuar con imparcialidad, de dar un tratamiento igualitario a
los gobernados.- Obviamente, ello raramente sucede en estos tiempos.-
Sin
embargo, el interrogante que formulo está referido al ciudadano,
si como integrante de una comunidad política, tiene la obligación de conducirse con parámetros individuales de justicia.-
En
estas mismas páginas, hace tiempo escribí que “en términos platónicos, debemos
hacer prevalecer en nuestros propios comportamientos individuales la parte del alma
racional, aquélla que se relaciona con la sabiduría y consecuentemente con
un proceder justo en nuestros actos y juicios individuales”.
También
dije que “en la vida, los seres humanos tomamos las opciones que ella
nos presenta.- Tenemos una idea u otra, educamos de una u otra manera a
nuestros hijos, tenemos una opinión política u otra, optamos por una u otra
religión o somos ateos, acertamos o nos equivocamos, apreciamos los hechos de
la vida desde la visión de cada sujeto, es decir desde una posición
lógicamente “subjetiva”.- Sin embargo, ello no nos exime de la
obligación ética de aspirar a un comportamiento justo, de hacer primar en
nuestras decisiones, en nuestros juicios, en nuestras conductas, la parte del
alma racional que es propia de los hombres sabios, por encima de las
pasiones, los instintos, los odios y los amores”.
Concluí
que “sólo así seremos parte de una sociedad justa, y de tal manera tendremos
gobernantes más justos”.
Venimos
de un tiempo de confrontación política y social, dónde todo dejo de
imparcialidad fue despedido por la borda, para reemplazarlo por trincheras de
confrontación y desmesura.-
De
tal manera, la influencia de un comportamiento injusto no sólo pudo ser
generado desde abajo hacia arriba, sino más fácilmente desde arriba hacia
abajo.-