SOCIEDAD BINARIA
“¡Triste
época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”
Albert
Einstein
El año pasado, el
Consejo de la Magistratura realizó
una auditoría en los doce juzgados federales de la Capital.- En el de los jueces Daniel Rafecas y Ariel Lijo, encontró el tristemente
célebre “cajoneo” de expedientes,
especialmente de varios que involucran al poder de ayer.-
El Colegio de Abogados de la Ciudad Autónoma
y las ONG Será Justicia y Usina de Justicia, realizaron una presentación ante
el Consejo, solicitando el juicio
político de ambos magistrados, por la demora en la tramitación de dichos
expedientes.-
Tres días después
de la presentación, el Juez Lijo ordenaba la detención de un ex alto funcionario de la Nación, por una causa por
enriquecimiento ilícito que llevaba varios años en el ámbito de su Juzgado.-
El nominado, Amado Bodou, Ministro de Economía y luego Vicepresidente de la
Nación en el gobierno de Cristina Kirchner, fue detenido en su domicilio de
Puerto Madero, dónde se lo pudo ver descalzo, en pijamas, escuchando la lectura
del funcionario judicial y firmando el acta pertinente.-
La situación,
bastante humillante, fue señalada
como innecesaria por muchos sectores y periodistas que no son precisamente del
palo kirchnerista.- Molestaba, por así decirlo, la innecesaria sobreactuación judicial,
con aroma a una puesta en escena del
Juez Lijo para congraciarse con el público y salvarse del juicio político.-
Boudou y De Vido presos, juicios de corrupción marchando a
paso redoblado, jueces que han pasado de una larga siesta provinciana a una
competencia de fórmula uno
Bodou seguramente
no es ejemplo de nada, antes bien es un anti
ejemplo, el paradigma de lo que nadie quiere como funcionario público.-
Pero, precisamente, el despliegue desproporcionado e inusitado de su detención,
más que perjudicarlo en su imagen social (que seguramente no está más alta que
el suelo), de alguna manera lo ha victimizado.-
Es harto
discutida en la Argentina la cuestión de la prisión preventiva de los imputados, concebida legalmente como una
medida preventiva excepcional, no como una condena.- Con el estado público de
los casos de Boudou y Milagro Sala, también los de muchos delincuentes que,
liberados por los jueces, vuelven a cometer delitos aberrantes, la cuestión ha
tomado alta presión en el seno social.-
Definitivamente,
la sociedad no quiere imputados en las calles, antes bien, por encima de
algunas normas a las que considera formales, reclama que los acusados de corrupción
estén tras las rejas aun cuando no
tengan condena firme.-
Con un sector social mayoritario que reclama sangre, más que
justicia, y jueces dispuestos a dársela, faltará mucho para que los argentinos recuperemos la
normalidad
Ese hartazgo
social, nos ha convertido a todos los argentinos en un conjunto social binario, que vemos la vida a través del cristal de
los extremismos, nuestra ética solamente se asienta en dos valores extremos, lo bueno y lo malo, y consecuentemente
existen los buenos (nosotros) y los malos (los otros).-
Una sociedad caníbal, que devora a sus
integrantes conforme el cristal de dos únicos colores, el blanco y el negro, no nos permite apreciar la policromía propia
de la naturaleza humana.- Estamos atrapados entre los pliegues de dos
sentimientos opuestos: amor y odio.- Odiamos con la misma fuerza que amamos.-
Buscamos la
verdad, nuestra verdad, no a través de la razón.- Para encontrarla, utilizamos
un órgano no competente, el corazón, que sirve para las pasiones pero no para las razones.-
De tal modo, hoy
asistimos a una especie de circo romano,
en el que la sociedad reclama sangre desde las graderías, y los jueces,
cuál césares dueños de la vida y de la
muerte, bajan el pulgar a pedido.-
Patética
situación si las hay, aquélla en que las víctimas reclaman sangre y los
victimarios, justicia.-
La mayoría del pueblo argentino no ha nacido con el virus de
la venganza en la sangre, fue inoculado por un régimen que conjugó autoritarismo expuesto, niveles de corrupción inéditos y una inacción
judicial impropia
Estoy convencido
que el gobierno de los Kirchner es el más
corrupto de la historia argentina.- Su venalidad puede asimilarse a lo
afirmado por Armando Perez Guerra (El Ciudadano, marzo 2012), cuando expresara
que “no es lo mismo robarle al estado que
robarse el estado.- El que roba al estado lo daña y lo corrompe, pero el que se
roba el estado, lo destruye”.-
Pero lo
verdaderamente grave de ese tiempo, fue la impunidad,
cuya responsabilidad recae en las espaldas de jueces que no han cumplido con su
deber.- Los mismos que ayer miraban para un costado y dormían las causas, hoy
son los verdugos implacables que hacen tabla rasa con las garantías
constitucionales con tal de quedar congraciados con una sociedad que demanda
sangre.-
Creo
fervientemente que la mayoría del pueblo argentino no ha nacido con el virus de la venganza en la sangre.- Ha
sido inoculado con letal mixtura, por un régimen que conjugó autoritarismo expuesto, niveles de corrupción inéditos y una inacción
judicial impropia del poder en el que debe descansar la paz social.-
Las víctimas del saqueo de las arcas
públicas somos todos.- Sin embargo, el
camino finalmente no es el revanchismo o el clamor de sangre, sino el delicado
equilibrio que sólo se logra con jueces que no actúen mirando por la rendija de
la venda.-
Cuánta confianza debemos tenerle a un poder que demostró inacción
con los que estaban en el poder e hiperactividad cuando lo perdieron
El kirchnerismo
pretendió tener su propia justicia,
la denominada “justicia legítima” y fueron muchos los que adhirieron a ese poder judicial militante en
favor de una parcialidad política.- Pero, visto a la distancia, no sólo fueron
malos jueces los jueces militantes, también lo fueron los que miraron para otro
lado, los que se sentaron arriba de las causas, los que odiaban al poder
autócrata por dentro pero se cuidaban por fuera de no incomodarlo.-
Las consecuencias
de una sociedad caníbal, con un grado de primitivismo en sus sentimientos,
pueden ser extremadamente perjudiciales.- Resulta ser que los
beneficiarios de la impunidad, los
proactores del autoritarismo, los victimarios de la democracia, hoy son los que
reclaman justicia, quieren defender la república, se guarecen en las garantías
constitucionales.-
Por ello, las
mayoría social no puede mostrar su costado más cuestionable, en el que los victimarios se justifiquen pidiendo
justicia y las víctimas desciendan
al escalón más bajo con el deseo de venganza.-
Aún con algunos
jueces que han sido oportunistas, lentos, cuando no cómplices, que todavía le
deben a la sociedad una explicación sobre la doble velocidad en su tarea de
magistrados -lentos con el poder, rápidos con los que lo han perdido-, los
ciudadanos no debemos cambiar el eje
de una comunidad civilizada, que debe necesariamente restañar heridas y seguir
reclamando justicia pero no venganza.-
No festejo que la
justicia encarcele ex funcionarios kirchneristas.- Si debió hacerlo antes, está
cumpliendo tardíamente con su deber, si no, está actuando con oportunismo
impropio.- En ambos casos, nada hay para
festejar.-
No es bueno para una sociedad, que los victimarios reclamen
justicia y las víctimas, sangre.- Perdidas están las naciones que miden la
validez de los principios con la vara de sus pasiones
Ni cien Boudou,
ni cien Milagro Sala, ni cien De Vido, nos pueden hacer cambiar la perspectiva,
ni hacernos perder de vista los principios fundamentales consagrados en años y
años de vida nacional.- Reclamemos justicia, no sangre a toda costa.- No sea
que nos digan que cada pueblo tiene la
justicia que merece.-
Perdidas están
las naciones que miden la validez de los principios con la vara de sus pasiones.- Los jueces no deben temer al poder, pero
tampoco a la presión social.-
Jorge Eduardo Simonetti
*Los artículos de
este blog son de libre reproducción, a condición de citar su fuente
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