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domingo, 24 de abril de 2016

EL JUEGO DE LA PERINOLA

“TODOS PONEN” Y “TOMA TODO”  “Es la estafa más grande en la historia de la Argentina”, lanzó días pasados Aldo Pignanelli, Presidente del Banco Central durante la Presidencia de Eduardo Duhalde, refiriéndose a la operatoria del dólar futuro realizada por el gobierno kirchnerista en los tiempos preelectorales de 2015.-
                               En una causa iniciada el año pasado por el entonces diputado Alfonso Prat Gay, el Juez Federal Claudio Bonadío recibió declaración indagatoria a la ex presidenta Cristina Kirchner, al ex Ministro de Economía Axel Kicillof y al ex Presidente del Banco Central Alejandro Vanoli.- La denuncia, simple: vender en el segundo semestre de 2015, dólar futuro a pagar el 31 de marzo de 2016, por un valor de 10,50 (aproximadamente), cuando en plazas del exterior se vendían a casi $15.-
                               ¿Cuál era el resultado concreto de la operatoria en términos financieros? Que al cabo de pocos meses,  el comprador se haría de una ganancia de casi el 50% del capital invertido, y el Banco Central, que es de todos los argentinos, de un quebranto sideral que algunos estimaron en 70.000 millones de pesos.-
                               En rigor de verdad, el contrato de dólar futuro es una operatoria legal, un contrato entre el que vende y el que compra, mediante el cual se asume el riesgo del valor del dólar a determinada fecha.- Si a la misma, el dólar vale más, gana el comprador; si vale menos (absolutamente improbable en la Argentina), gana el vendedor.-
                               El Banco Central está facultado legalmente a intervenir en las operaciones de dólar futuro, como un instrumento más de su  política monetaria.- Sin embargo, la cuestión particular objeto de la denuncia consistía en que días previos al acto electoral, se cuadruplicaron las operaciones, vendiéndose a 10 lo que en el mercado internacional cotizaba a 15.-
Ello hacía suponer una maniobra delictiva en beneficio de  un grupo de inversores y en perjuicio  de las arcas estatales.-
                               Si bien las autoridades económicas actuales pudieron reducir la carga negativa de esta verdadera bomba de relojería, pactando con la operadora la suma de $ 12,50 (contra $ 14 o 15) como cifra a pagar el 31 de marzo de 2016 por cada dólar, lo cierto es que la cuestión tiene dos lecturas para quienes la analizamos desde el llano: la buena y la mala, ambas con las mismas posibilidades de resultar certeras.-

                               La buena: el Banco Central realizó una operatoria en el marco de sus facultades como autoridad monetaria, para “dar certidumbre y evitar la volatilidad en materia cambiaria”, conforme lo sostuvo oportunamente Alejandro Vanoli.-
                               La otra, la mala: bajo  apariencia legal, se vendió el dólar a precio vil, beneficiando ilícitamente a terceros, incluyendo sociedades de las que se desconoce quiénes son sus dueños o directores (cualquier parecido con las sociedades offshore no es mera casualidad).- La posibilidad de personajes de paja está latente, ocultando los verdaderos beneficiarios.-
                               En suma, un negocio redondo para los inversores: comprar a $ 10 en setiembre y seis meses después recibir $ 15.-
Ninguna inversión en el mundo, lícita digo, daría semejante ganancia en tan poco tiempo.-
                               La cuestión que deseo plantear en el presente artículo, no está relacionada con la investigación judicial de un probable delito cometido por quienes en ese momento administraban el país, sino aquella relacionada con la ética que debe necesariamente presidir las relaciones entre el estado y la sociedad.-
                               El gobierno del Presidente Mauricio Macri  ha reclamado a la gente un sacrificio importante para llegar en mejores condiciones a un segundo semestre que aparece como extremadamente lejano.- El aumento de los precios, de las tarifas de los servicios públicos, el recrudecimiento de la inflación, son los costos que el ciudadano común debe asumir, y lo hace con total templanza, para poder entrever un futuro con una mejora sustancial de la situación económica.-
                               Pero, cuando advertimos el verdadero alcance de situaciones como la del dólar futuro, nos damos cuenta que la carga no es pareja, que se está produciendo un desbalance social en el reparto de los sacrificios, que el mensaje tiene un costado muy marcado de inequidad.-
Voy a lo concreto: el dólar futuro es una operatoria para pocos, para los ricos y poderosos, no para la gente común.-
                               Sin embargo, todos jugamos el juego de la perinola: al pueblo le tocó sacar el “todos ponen”, a los inversores el “toma todo”.- Por sólo seis meses, en el pasado mes de marzo metieron en sus bolsillos varios miles de millones de pesos, que seguramente salen de los flacos bolsillos del ciudadano de a pié.-
                               Y no me prendo con la farsa de Cristina, que contradenuncia para defenderse  cuando es la primera responsable de que ello haya ocurrido.-
                               Pero cierto es que ente los inversores se encuentra mucha gente muy importante, algunos ligados al gobierno actual, otros al gobierno que se fue, muchos al gobierno que no fue (Scioli).- Por dar tres nombres: Nicolás Caputo, empresario ligado a Macri; Miguel Galuccio, CEO de YPF en tiempos de Cristina; Miguel Bein, economista principal de Daniel Scioli.- Y ello, sin contar lo de aquellas empresas cuyos beneficiarios no se conocen.-
Y es aquí donde nos damos cuenta, con patética demostración, que los privilegios y el dinero son políticamente transversales, atraviesan todo el arco partidario, incluyen a las capas económicamente superiores de la sociedad, sin distinción de ideas ni de camisetas.-
                               Paradójicamente, la contracara del sacrificio también es transversal, en las capas populares indirectamente perjudicadas, hay radicales, justicialistas, kirchneristas, de Cambiemos.-
                               Dejando un rato de lado la hipótesis delictual,  diremos que la operatoria encaja a la perfección con la modalidad del empresariado argentino en su generalidad (hay excepciones).- Negocio a corto plazo, poco riesgo, ganancia segura y beneficios desmedidos.- No se trata, como podrá verse, de una utilidad proveniente de la inversión y el trabajo, sino de la mera especulación financiera.-
                               Y allí surgen la preguntas importantes de este negocio para pocos y quebranto para todos.- ¿Cuál es la base ética que sustenta el sacrificio que se reclama? ¿Dónde está el reparto equitativo de las cargas? ¿Por qué precios y tarifas por las nubes para muchos y beneficios extraordinarios para pocos?
En una jugada que exhibe hasta qué punto puede llegar la política con su hipocresía, Cristina  pretende enancarse en un  caballo que ella misma ensilló, dando una muestra más de su menosprecio a la capacidad intelectual del pueblo argentino.- Pero cierto es que, aún con una grave situación económica heredada, al gobierno de Macri le están faltando respuestas políticas acordes con la naturaleza de los esfuerzos exigidos.-
                               La sociedad está dispuesta a mayores sacrificios para vislumbrar un futuro mejor.- Pero, seguramente, no concederá su solidaridad en la medida que la justicia en el reparto de las cargas esté ausente.-
                               Que en el juego de la perinola, al argentino de a pie no le toque siempre la cara del “todos ponen” y sean unos pocos los del “toma todo”.-
                                                                       Jorge Eduardo Simonetti
                              



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