“TODOS PONEN” Y “TOMA TODO” “Es la estafa más grande en la historia de
la Argentina”, lanzó días pasados Aldo
Pignanelli, Presidente del Banco Central durante la Presidencia de Eduardo Duhalde,
refiriéndose a la operatoria del dólar
futuro realizada por el gobierno kirchnerista en los tiempos preelectorales
de 2015.-
En
una causa iniciada el año pasado por el entonces diputado Alfonso Prat Gay, el
Juez Federal Claudio Bonadío recibió declaración
indagatoria a la ex presidenta Cristina
Kirchner, al ex Ministro de Economía Axel
Kicillof y al ex Presidente del Banco Central Alejandro Vanoli.- La denuncia, simple: vender en el segundo semestre de 2015, dólar futuro a pagar el 31
de marzo de 2016, por un valor de 10,50
(aproximadamente), cuando en plazas del exterior
se vendían a casi $15.-
¿Cuál
era el resultado concreto de la operatoria en términos financieros? Que al cabo
de pocos meses, el comprador se haría de una ganancia
de casi el 50% del capital invertido, y el Banco Central, que es de todos los argentinos, de un quebranto sideral que algunos estimaron
en 70.000 millones de pesos.-
En
rigor de verdad, el contrato de dólar futuro es una operatoria legal, un contrato entre el que vende y el que compra,
mediante el cual se asume el riesgo del
valor del dólar a determinada fecha.- Si a la misma, el dólar vale más,
gana el comprador; si vale menos (absolutamente improbable en la Argentina),
gana el vendedor.-
El
Banco Central está facultado legalmente a intervenir en las operaciones de
dólar futuro, como un instrumento más de
su política monetaria.- Sin embargo,
la cuestión particular objeto de la denuncia consistía en que días previos al acto electoral, se cuadruplicaron las operaciones,
vendiéndose a 10 lo que en el mercado internacional cotizaba a 15.-
Ello hacía suponer una
maniobra delictiva en beneficio de un
grupo de inversores y en perjuicio de
las arcas estatales.-
Si
bien las autoridades económicas actuales pudieron reducir la carga negativa de
esta verdadera bomba de relojería,
pactando con la operadora la suma de $ 12,50 (contra $ 14 o 15) como cifra a
pagar el 31 de marzo de 2016 por cada dólar, lo cierto es que la cuestión tiene
dos lecturas para quienes la analizamos
desde el llano: la buena y la mala, ambas con las mismas posibilidades de
resultar certeras.-
La buena: el Banco Central realizó una operatoria en el marco de sus facultades como
autoridad monetaria, para “dar
certidumbre y evitar la volatilidad en materia cambiaria”, conforme lo
sostuvo oportunamente Alejandro Vanoli.-
La
otra, la mala: bajo apariencia legal, se vendió el dólar a precio vil, beneficiando ilícitamente a terceros, incluyendo sociedades de las
que se desconoce quiénes son sus dueños o directores (cualquier parecido con
las sociedades offshore no es mera casualidad).- La posibilidad de personajes
de paja está latente, ocultando los verdaderos beneficiarios.-
En
suma, un negocio redondo para los inversores: comprar a $ 10 en setiembre y seis
meses después recibir $ 15.-
Ninguna inversión en el mundo, lícita
digo, daría semejante ganancia en tan
poco tiempo.-
La
cuestión que deseo plantear en el presente artículo, no está relacionada con la
investigación judicial de un probable delito cometido por quienes en ese
momento administraban el país, sino aquella relacionada con la ética que debe necesariamente presidir
las relaciones entre el estado y la sociedad.-
El
gobierno del Presidente Mauricio Macri ha reclamado a la gente un sacrificio importante para llegar en
mejores condiciones a un segundo semestre que aparece como extremadamente
lejano.- El aumento de los precios,
de las tarifas de los servicios
públicos, el recrudecimiento de la inflación, son los costos que el ciudadano común debe asumir,
y lo hace con total templanza, para poder entrever un futuro con una mejora
sustancial de la situación económica.-
Pero,
cuando advertimos el verdadero alcance de situaciones como la del dólar futuro,
nos damos cuenta que la carga no es
pareja, que se está produciendo un desbalance
social en el reparto de los sacrificios, que el mensaje tiene un costado
muy marcado de inequidad.-
Voy a lo concreto: el
dólar futuro es una operatoria para
pocos, para los ricos y poderosos,
no para la gente común.-
Sin
embargo, todos jugamos el juego de la
perinola: al pueblo le tocó
sacar el “todos ponen”, a los inversores el “toma todo”.- Por sólo
seis meses, en el pasado mes de marzo metieron en sus bolsillos varios miles de
millones de pesos, que seguramente salen de los flacos bolsillos del ciudadano
de a pié.-
Y
no me prendo con la farsa de Cristina,
que contradenuncia para defenderse cuando es la primera responsable de que ello haya ocurrido.-
Pero
cierto es que ente los inversores se encuentra mucha gente muy importante, algunos ligados al gobierno actual, otros al gobierno
que se fue, muchos al gobierno que
no fue (Scioli).- Por dar tres nombres: Nicolás Caputo, empresario ligado a
Macri; Miguel Galuccio, CEO de YPF en tiempos de Cristina; Miguel Bein, economista
principal de Daniel Scioli.- Y ello, sin contar lo de aquellas empresas cuyos
beneficiarios no se conocen.-
Y es aquí donde nos
damos cuenta, con patética demostración, que los privilegios y el dinero son políticamente transversales,
atraviesan todo el arco partidario, incluyen a las capas económicamente
superiores de la sociedad, sin distinción de ideas ni de camisetas.-
Paradójicamente,
la contracara del sacrificio también es
transversal, en las capas populares indirectamente perjudicadas, hay radicales,
justicialistas, kirchneristas, de Cambiemos.-
Dejando
un rato de lado la hipótesis delictual,
diremos que la operatoria encaja a la perfección con la modalidad del empresariado argentino en su generalidad
(hay excepciones).- Negocio a corto plazo,
poco riesgo, ganancia segura y beneficios desmedidos.- No se trata, como
podrá verse, de una utilidad proveniente de la inversión y el trabajo, sino de
la mera especulación financiera.-
Y
allí surgen la preguntas importantes de este negocio para pocos y quebranto para todos.- ¿Cuál es la base ética
que sustenta el sacrificio que se reclama? ¿Dónde está el reparto equitativo de
las cargas? ¿Por qué precios y tarifas por las nubes para muchos y beneficios
extraordinarios para pocos?
En una jugada que exhibe hasta qué punto puede llegar la política con su hipocresía, Cristina
pretende enancarse en un caballo
que ella misma ensilló, dando una muestra más de su menosprecio a la
capacidad intelectual del pueblo argentino.- Pero cierto es que, aún con una
grave situación económica heredada, al
gobierno de Macri le están faltando respuestas políticas acordes con la
naturaleza de los esfuerzos exigidos.-
La
sociedad está dispuesta a mayores sacrificios para vislumbrar un futuro mejor.-
Pero, seguramente, no concederá su solidaridad
en la medida que la justicia en el
reparto de las cargas esté ausente.-
Que
en el juego de la perinola, al argentino de a pie no le toque siempre la cara
del “todos ponen” y sean unos pocos los del “toma todo”.-
Jorge Eduardo Simonetti
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu opinión