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domingo, 25 de junio de 2017

LA DEMOCRACIA LÍQUIDA

PERTENENCIAS PASAJERAS
 “La tendencia a olvidar y la vertiginosa velocidad del olvido son, para desventura nuestra, marcas aparentemente indelebles de la cultura moderna líquida”
(Zigmunt Bauman, sociólogo polaco)
                              
                        "Lo único constante es el cambio”, dijo Heráclito, ese filósofo griego de la antigüedad.- Dos mil quinientos años después, el sociólogo polaco, Zygmunt Bauman, recientemente fallecido, fue mundialmente reconocido por su teoría de la “modernidad líquida”.-
                               Es, precisamente, el dato del cambio constante de Heráclito,  lo que marca la impronta de la modernidad que transcurrimos, aquello que Bauman bautiza como la liquidez de todas las formas de relacionamiento, la inconstancia, la precariedad, la falta de compromiso, la mutación, el oportunismo.-
                               La expresión “modernidad líquida” busca definir un modelo social que implica “el fin de la era del compromiso mutuo”, el espacio público retrocede y se impone un individualismo que lleva a “la corrosión y a la lenta desintegración del concepto de ciudadanía.-
                               Una sociedad “líquida”, por oposición a una “sólida”, comprende todos los campos de la actuación humana.- El matrimonio para toda la vida de nuestros abuelos, el amor constante y consecuente, la familia como la organización más sólida de la humanidad, se van desvaneciendo para dejar paso a un momento histórico de menor compromiso con el amor, el matrimonio, la familia, las instituciones.-
                               La separación de las parejas son ya parte de una sociedad que transita por momentos líquidos en su constitución, el amor meramente romántico o pasional que no genera vínculos sólidos, las instituciones que mutan una y otra vez, los individuos que cambian permanentemente sus fidelidades, sus compromisos, sus lealtades.-
Vivimos los tiempos de la “modernidad líquida”, dónde el matrimonio para toda la vida de nuestros abuelos, el amor constante y consecuente, la familia como la organización más sólida, se van desvaneciendo para dejar paso a relaciones de menor compromiso
                                Y sucede en todos los aspectos de la vida. Con los objetos materiales y con las relaciones con la gente.  También con la propia relación que tenemos con nosotros mismos, cómo nos evaluamos, qué imagen tenemos de nuestra persona, qué ambiciones permitimos que nos guíen. Todo cambia de un momento a otro, somos conscientes de que somos cambiables y por lo tanto tenemos miedo de fijar nada para siempre.-
                               Los propios gobiernos, la dirigencia en general, la sociedad toda, practica una suerte de “pragmatismo polivalente”, mediante el cual no hay reglas prefijadas, todo es cambiable e intercambiable, finalmente el secreto del éxito está en la capacidad de adaptación a los nuevos paradigmas, aun cuando ello constituyan opciones muchas veces de dudosa eticidad.-