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domingo, 24 de julio de 2016

LA MATRIZ AUTORITARIA

EL CEMENTERIO ESTÁ LLENO DE IMPRESCINDIBLES
 “Las sociedades autoritarias son como el patinaje sobre hielo: intrincadas, de una precisión mecánica y, sobre todo, precarias. Dentro de la frágil corteza de la civilización se agita el caos...Y existen lugares donde el hielo es delgado a traición” (“V de Vendetta”, Alan Moore, 1989)
La primera pregunta que deberíamos hacernos en este tema es si un hombre, un ser humano determinado,  es imprescindible para una  organización social, tanto que debería dirigirla año tras año, período tras período.-
Con crudeza podemos decir, con Napoleón, que “el cementerio está lleno de imprescindibles”, pero echando una ojeada al andamiaje de nuestra sociedad, pareciera que en muchos casos, quiénes integramos su estructura nos comportáramos como si así no fuera, endiosando a simples mortales y prohijando su permanencia casi perpetua en el manejo de las mismas.-
El poder es afrodisíaco, adictivo, placentero, forma parte de los nuevos pecados capitales, somos por naturaleza  afectos al poder, queremos obtenerlo, agrandarlo, conservarlo, perpetuarlo.- La conexión del ser humano con el poder es tan vieja como con la profesión más antigua del mundo.-
De tal modo es integrativo de la naturaleza humana, que si bien generalmente llegamos al poder a través de las normas que generan las sociedades civilizadas, queremos conservarlo aún a costa de esas mismas normas, ya sea cambiándolas, abusándolas u olvidándolas.- En el llano somos “normocéntricos”, en el poder “egocéntricos”.-