FUSILAR LA INSATISFACCIÓN
“¿Cuántos trabajadores irán a la huelga? Toda
la fábrica, unos 3.000. Que los fusilen
a todos, no quiero que haya obreros insatisfechos”
(Charles Chaplin, “El gran dictador”)
El concepto de gobernabilidad es relativamente nuevo en el vocabulario político.-
Hace referencia a las condiciones
mínimas para que un gobierno pueda llevar adelante su tarea de administrar un
país.-
Su
existencia, naturalmente, está relacionada con la democracia, casi aún más con la república, en la que los poderes,
tanto institucionales como fácticos, están repartidos.-
Negociar, negociar y negociar parece
ser la única herramienta de la administración macrista, pero si “uno no quiere,
dos no pueden”.- Difícilmente podrán manejar el país si los restantes actores
políticos, sociales e institucionales no acatan
ciertas reglas básicas de interacción, que posibiliten que sus acciones
estén conectadas con la racionalidad y el orden jurídico.-
Un
gobierno autocrático no necesita de
condiciones de gobernabilidad, el poder es uno sólo, no debe consensuar con
nadie, no tiene controles, tampoco límites.- No es lo que debería suceder en
países medianamente civilizados.-
El
esquema kirchnerista fue binario,
los buenos (ellos mismos) de un lado y los malos del otro.- El poder
institucional confluía en un solo polo:
el Ejecutivo; los legisladores no debatían sino cumplían órdenes, los jueces hacían de la justicia el arte de esquivar
los pronunciamientos contra el mando político.-
Si
los actores políticos y sociales no se conectan con la racionalidad y el orden
jurídico, terminan siendo golpistas encubiertos
La
realidad es hoy más compleja, los actores con capacidad de influencia
en las decisiones son múltiples.- De
un Congreso “sale con fritas”,
pasaron a uno que decide, pero también
obstruye; los jueces han salido de la clandestinidad y adquirido la “valentía”
suficiente para paralizar con medidas cautelares la acciones del gobierno.-
En
el ámbito extra institucional, los movimientos piqueteros y los sindicalistas
parecen haber abierto las compuertas de la prudencia, y los que en tiempos cristinistas estaban en
estricta “dieta de lucha”, hoy se
manifiestan con una virulencia digna de mejores causas.-