UN PSICÓPATA POPULISTA.- La locura es
fronteriza con el poder.- Está
permanentemente acechando la mente de los poderosos, y aprovecha cualquier
resquicio para penetrarla, aunque sea en mínima proporción, obviamente con
resultados infortunados para los que están bajo su influjo.-
“Locura”
es un término antiguo, despectivo y en desuso.- Sin embargo, en el grado variable
de las patologías psíquicas, la
psicopatía es la que mayores dificultades suele ofrecer para distinguir entre una persona normal y una
persona enferma.-
Los psicópatas son mentirosos, arrogantes, no tienen
parámetros morales, no se arrepienten, son superficialmente
encantadores, en el poder son celosos e inseguros, no permiten que otros
les hagan sombra.- Pero pueden llegar a
tener un comportamiento normal, que disimule
su verdadera naturaleza patológica.- Según el autorizado médico psiquiatra
Hugo Marietán , “el psicópata no es un enfermo mental, sino una variante de ser
en el mundo, actúa, puede, incluso, fingir sensibilidad, uno le cree una y otra
vez, porque es muy convincente”.-
En un extremo se ubican los líderes paranoicos –como Hitler, Stalin,
Ben Laden- que no sólo necesitan del poder sino que justifican sus demenciales
comportamientos en “locos ideales de superioridad” a los que se oponen “fuerzas
imaginarias o sobrevaluadas”.- De un punta
a la otra, con distintos grados
de malignidad, la historia está repleta de ejemplos de gobernantes con
algún componente de disfunción mental.-
¿Se
ha puesto Ud. a pensar que sucedería si
en Estados Unidos se eligiera como Presidente a un psicópata? Podríamos
respondernos que no nos incumbe, que es problema de ellos.- Sin embargo, Ud. y
yo sabemos que sigue siendo el país más influyente del mundo, y que sus
posiciones marcan el rumbo de la agenda
mundial.- Para bien o para mal, los últimos setenta años estuvieron
signados por su presencia y su ascendencia moral y material.-
Nos
guste o no, los sucesos en todo el planeta de alguna manera están
condicionados, directa o indirectamente, por el comportamiento de los
gobernantes de la nación del norte.- Los
criticamos cuando se muestran como los amos del mundo, pero esperamos su
intervención cuando de luchar contra el terrorismo de la matanza indiscriminada
se trata.- Hace la diferencia, entonces, que en la nación más poderosa del mundo gobierne un demócrata o un
autócrata, una persona tolerante o un individuo psicópata y
autorreferencial.-
Tal vez un gobernante con algún grado de
disfunción psíquica pueda limitar sus efectos negativos al interior del propio
país, como la Argentina; pero en un estado poderoso, las esquirlas de los malos gobiernos, de los nacionalistas
ultramontanos, de los poderosos
desequilibrados, de los populistas de derecha o de izquierda que intentan
adueñarse de los sillones del mando, pueden dañar severamente a naciones y
personas en todo el mundo.-
De
eso se trata la actualidad del debate electoral en los Estados Unidos, están en
pleno momento de primarias, las que les presenta por primera vez en mucho
tiempo una candidatura que hace
tambalear las mismas bases del sistema.-
Nos
estamos refiriendo a Donald Trump,
ese multimillonario de pelo teñido y
horribles corbatas, que supo ser conocido por sus desventuras matrimoniales
y sus comportamientos exhibicionistas, pero que ahora pretende salir del exclusivo territorio de la Quinta
Avenida, para instalarse en la Casa
Blanca y manejar los resortes del mando del país más poderoso del mundo.-