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viernes, 11 de marzo de 2016

¿Y SI UN LOCO FUERA PRESIDENTE?

UN PSICÓPATA POPULISTA.- La locura es fronteriza con el poder.- Está permanentemente acechando la mente de los poderosos, y aprovecha cualquier resquicio para penetrarla, aunque sea en mínima proporción, obviamente con resultados infortunados para los que están bajo su influjo.-
                               “Locura” es un término antiguo, despectivo y en desuso.- Sin embargo, en el grado variable de las patologías psíquicas, la psicopatía es la que mayores dificultades suele ofrecer para distinguir entre una persona normal y una persona enferma.- 
                               Los psicópatas son mentirosos, arrogantes, no tienen parámetros morales, no se arrepienten, son superficialmente encantadores, en el poder son celosos e inseguros, no permiten que otros les hagan sombra.- Pero pueden llegar a tener un comportamiento normal, que disimule su verdadera naturaleza patológica.- Según el autorizado médico psiquiatra Hugo Marietán , “el psicópata no es un enfermo mental, sino una variante de ser en el mundo,  actúa, puede, incluso, fingir sensibilidad, uno le cree una y otra vez, porque es muy convincente”.-
                               En un extremo se ubican los líderes paranoicos –como Hitler, Stalin, Ben Laden- que no sólo necesitan del poder sino que justifican sus demenciales comportamientos en “locos ideales de superioridad” a los que se oponen “fuerzas imaginarias o sobrevaluadas”.- De un punta  a la otra, con distintos grados de malignidad, la historia está repleta de ejemplos de gobernantes con algún componente de disfunción mental.-
                               ¿Se ha puesto Ud. a pensar que sucedería si en Estados Unidos se eligiera como Presidente a un psicópata? Podríamos respondernos que no nos incumbe, que es problema de ellos.- Sin embargo, Ud. y yo sabemos que sigue siendo el país más influyente del mundo, y que sus posiciones marcan el rumbo de la agenda mundial.- Para bien o para mal, los últimos setenta años estuvieron signados por su presencia y su ascendencia moral y material.-
                               Nos guste o no, los sucesos en todo el planeta de alguna manera están condicionados, directa o indirectamente, por el comportamiento de los gobernantes de la nación del norte.- Los criticamos cuando se muestran como los amos del mundo, pero esperamos su intervención cuando de luchar contra el terrorismo de la matanza indiscriminada se trata.- Hace la diferencia, entonces, que en la nación más poderosa del mundo gobierne un demócrata o un autócrata, una persona tolerante o un individuo psicópata y autorreferencial.-
                                Tal vez un gobernante con algún grado de disfunción psíquica pueda limitar sus efectos negativos al interior del propio país, como la Argentina; pero en un estado poderoso, las esquirlas de los malos gobiernos, de los nacionalistas ultramontanos,  de los poderosos desequilibrados, de los populistas de derecha o de izquierda que intentan adueñarse de los sillones del mando,  pueden dañar severamente a naciones y personas en todo el mundo.-
                               De eso se trata la actualidad del debate electoral en los Estados Unidos, están en pleno momento de primarias, las que les presenta por primera vez en mucho tiempo una candidatura que hace tambalear las mismas bases del sistema.-
                               Nos estamos refiriendo a Donald Trump, ese multimillonario de pelo teñido y horribles corbatas, que supo ser conocido por sus desventuras matrimoniales y sus comportamientos exhibicionistas, pero que ahora pretende salir del exclusivo territorio de la Quinta Avenida, para instalarse en la Casa Blanca y manejar los resortes del mando del país más poderoso del mundo.-