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domingo, 19 de agosto de 2018

BELGRANO, MUCHO NOMBRE PARA POCO PLAN


INVERSIONES LENTAS
 “(Vamos a lanzar el) Plan Belgrano que arranca de U$S16 mil millones de inversión en infraestructura para conectar el Norte con el resto del país”
Mauricio Macri, 2015 (en debate presidencial)
                          En los últimos años he tenido la oportunidad de viajar bastante por las rutas del norte de nuestro país. Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Jujuy, marcaron el GPS de mi recorrido, también Formosa, Chaco, Misiones y nuestra Corrientes. El Norte argentino, siempre bello, siempre con profundos desequilibrios.
                          El contraste resulta evidente, por lo menos visto desde la ruta. Las ciudades y pueblos afines al kirchnerismo muestran ingresos pavimentados, iluminados, seguros. Hasta el pequeño pueblito hace gala de una entrada con modalidad de autopista.
                          Corrientes, la ciudad capital de nuestra provincia, ni siquiera pudo hacer una rotonda en el acceso por el águila, menos aún otros pueblos y ciudades correntinas. Ni que hablar de puentes, autovía e iluminación suficiente. La ruta nacional 119 que une la ciudad natal del varias veces gobernador Ricardo Colombi (Mercedes) con Curuzú Cuatiá y Monte Caseros y sirve de conexión del norte de la provincia con la autovía de la Ruta 14, estuvo por muchos años llena de pozos, casi intransitable.

                          El anuncio del Plan Belgrano en 2015 nos llenó de expectativas a los correntinos. Con una desinversión alarmante en infraestructura, por responsabilidad compartida de nación y provincia (desde 1983 a la fecha no hemos sumado un kilómetro en número total de recorridos pavimentados), era hora que los tiros apuntaran para el lado de la justicia y Corrientes sea recompensada por años de abandono y discriminación.
Doce años de kirchnerismo condenaron a la Provincia de Corrientes al destierro en el mapa de la obra pública. Localmente, tampoco hicimos mucho
                          Aunque siempre subdesarrollados producto del modelo de país que nadie está dispuesto a cambiar, creíamos no obstante no sólo en al espíritu reparador del Plan Belgrano en cuanto a la obra pública, también en el tratamiento preferencial para Corrientes, discriminada durante el gobierno anterior en beneficio de provincia afines al kirchnerismo, como Chaco, Formosa, Misiones, Santiago del Estero, Tucumán, Jujuy.
                          Pero una cosa es lo que se promete en campaña y otra la que dictan los números y la realidad que apreciamos diariamente.
                          Tres semanas atrás nos visitó el Ministro de Transporte de la Nación Guillermo Dietrich, bajo cuya órbita está parte del Plan Belgrano, que es en realidad una cáscara vacía, porque el Plan no tiene presupuesto, las partidas están en cada ministerio competente.
                          Antes y después de Dietrich, las visitas nacionales fueron muchas, casi sobreabundantes diría si la relacionamos con el resultado concreto.  Presencias, recorridas, anuncios, expresiones de voluntad, pero nos queda el sabor a poco y lento.  “Queremos”, “pensamos”, “proyectamos”, “licitamos”, “estamos con ustedes”.
                          Lo concreto, según lo informara El Litoral, es que luego de treinta meses de gobierno de Cambiemos, en Corrientes recién se inauguraron 34 kilómetros de repavimentación en la Ruta 119 y un puente sobre el arroyo Batelito en el límite con Entre Ríos. La autovía de travesía de Corrientes sólo tiene movimientos de tierra frente al aeropuerto, el segundo puente es casi una quimera a esta altura, y el resto son anuncios de puertos y de pequeñas obras.
Con Macri y el Plan Belgrano, pensamos que eso iba a cambiar. Lamentablemente, luego de treinta y dos meses de gestión, poco es lo que se ha hecho y no parece que vaya a cambiar si tenemos en cuenta el ajuste fiscal para cumplir metas del FMI
                          Obviamente, si se lo compara con las reiteradas promesas incumplidas por Cristina Kirchner, hay un campo de diferencia, pero sigue siendo poco, extremadamente escaso el producto del Plan Belgrano para Corrientes.
                          Los funcionarios nacionales, incluido el presidente, se convirtieron en asiduos visitantes de nuestra tierra. Pero con venir y bailar chamamé, no alcanza
                          El harto meneado eje Nación, Provincia, Municipio, hasta ahora no tiene resultados significativos, tampoco la anunciada reparación en obra pública para saldar la deuda histórica que la discriminación kirchnerista contrajo con los correntinos.
                          Quien piense que para Cambiemos somos especiales y seremos recompensados por ello, se equivoca.
                          Para darnos cuenta basta con conocer los números dados por el Jefe de Gabinete del Plan Belgrano, Alfredo Vara, en diciembre de 2017: “Catamarca es la provincia que recibirá más dinero en infraestructura en el marco del Belgrano, con $5.164 millones. Le siguen, en millones de pesos, La Rioja ($5.057), Formosa ($4.796), Corrientes ($3.988), Chaco ($3.871), Jujuy ($3.605), Salta ($3.425), Santiago del Estero ($3.128), Misiones ($2.834) y Tucumán ($2.252)”.
                          La promesa de campaña de Mauricio Macri, de invertir en el Plan Belgrano U$S16 mil millones al cabo de una década (U$S 10 mil millones en infraestructura vial, U$S 5 mil millones en infraestructura ferroviaria y U$S 250 millones en mejoras aerocomerciales), a sólo dos años y medio quedó evidentemente desautorizada.
La nutrida agenda de visitas nacionales a nuestra provincia, es inversamente proporcional a los resultados concretos
                          El sitio Chequeado.com, teniendo en cuenta que, según la promesa presidencial, deberían haberse invertido U$S1.600 millones anuales para alcanzar la cifra prometida al cabo de la década, advierte que se ha gastado por año, en promedio, apenas U$S 600 millones.
                          De los recursos presupuestados para el Plan Belgrano en 2017, sólo se ejecutaron un 34% (un equivalente a U$S 585 millones), por lo que resulta más que aventurado asegurar que al cabo de una década la inversión va a ser la prometida por el presidente Macri.
                          Para colmo de males, el ajuste fiscal en marcha, con el monitoreo del Fondo Monetario Internacional, seguramente va a resentir las obras, ya sea en su plazo de ejecución o directamente en su concreción. A pesar de que se asegure que todo seguirá igual, nadie cree que ello será así.
                               Cuando parecía que, con el triunfo de Macri, Corrientes iba a tener la revancha de tanta discriminación kirchnerista, volvimos a sacar el tenedor en tiempos de sopa.
                          Para el Fondo Monetario Internacional la regla es una sola: la Argentina debe hacer el ajuste fiscal que disminuya a la mitad el déficit público, en relación al producto bruto para 2019. Y allí no se diferencian amigos y adversarios, no se tienen en cuenta viejas deudas.
                          Por ello, sigo con la desagradable sensación de entender que andamos a destiempo, nuevamente postergados en la cantidad y calidad de obras públicas que necesitamos y que merecemos, antes por estar en veredas políticas opuestas, hoy por cumplir la regla del ajuste obediente.
El interrogante es si a nuestras autoridades no les estará faltando una mejor estrategia para reclamar el cumplimiento de las promesas
                          Está bien que nuestros gobernantes sean cumplidores de los compromisos contraídos con la nación, presupuestariamente prolijos, detallistas en el cierre de los números, buenos anfitriones de cuanto funcionario nacional quiera darse una vuelta por estos pagos.
                          Pero, nos está faltando un poco de estrategia en la relación, de rebeldía en el reclamo, de firmeza para exigir el cumplimiento de las promesas, de coraje para asumir la representatividad de un pueblo discriminado por los anteriores gobernantes, pero también de hacer más por nosotros mismos y no esperar todo de Nación.
                          Belgrano es el segundo héroe máximo de la argentinidad, y el prócer de mayor presencia militar y cívica en el norte de nuestro país. Su nombre merece más, aunque hay que reconocer que desde Corrientes poco lo hemos ayudado.
                                                           Jorge Eduardo Simonetti
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