CONTRACULTURA MILLONARIA
“La historia ocurre
dos veces: la primera vez como tragedia
y la segunda como farsa”
(“El 18 Brumario de
Luis Bonaparte”, Carlos Marx”)
La desdicha de Cromagnon nos vino automáticamente a la memoria ni bien comenzamos
a conocer los pormenores del concierto del Indio
Solari en Olavarría, el sábado
11 por la noche, que terminó con dos muertos.-
Una
matriz similar, aunque las
circunstancias fueran diferentes,
determinó que seres humanos dejaran su vida en un lugar al que fueron a
divertirse, a escuchar música (por lo menos, es lo que pensaban).-
Se
repitió la historia, con actores diferentes, pero con la misma negligencia
culpable en la organización de eventos, que involucran tanto al poder público
como a los particulares que intervienen en el negocio.-
La
tragedia de Cromagnon en 2004, fue repetida como farsa en Olavarría por el
Indio Solari
Lo
que fue una tragedia con casi
doscientos muertos en la disco de Once, en 2004, trece años después se nos
aparece con formato de farsa, política y
artística, pública y empresarial, institucional y musical.-
Un
Intendente de Cambiemos, que
recurriendo al populismo facilista, pretende dar un golpe político y transferir
simbióticamente la fama de Solari hacia su persona y su gestión, aunque en el
camino deba relajar los controles municipales del espectáculo y hacerse garante
de los empresarios organizadores.-
Del
otro extremo de la cuerda, una tremenda farsa montada por un artista que
convoca multitudes, que bajo las vestiduras de una pretendida representatividad cultural del antisistema,
expone la hilacha más decadente del propio sistema que dice combatir: la avaricia.-
Los
Redonditos de Ricota primero, el Indio Solari después, supieron
construir una épica del fanatismo que excedió largamente las bondades de su
música, para inscribirse en una suerte de religión que convocaba a sus acólitos
a las famosas “misas ricoteras”.-
Un dios calvo y misterioso convencía a
la multitud, eran ellos los elegidos a
participar del culto de los diferentes, las sustancias ayudaban, el delirio
colectivo hacía el resto.-
El
fanatismo contracultural del aguante quedó diluido en el barro, el alcohol, los
apretujones y la muerte
Se
fue formando así una burbuja de ilusión,
rebosante de fanatismo y carente de raciocinio, la suma de adeptos a una
especie de orden fundacional, una
batalla contra la cultura pacata del sistema, con las únicas armas del amor y
la música, estimuladas convenientemente.-
“Aguanten los trapos”, “aguante el
indio”, “aguante la noche”, la cultura del aguante fue genuina invención del
ser argentino, tanto de los rockeros del indio como de los barrabravas del
tablón, adobados convenientemente por los intereses políticos.-
Al
decir de Viviana Taylor (blog
Psicología Social e Institucional), “el aguante pasa a transformarse en un
lenguaje, una estética y una ética.- Un
lenguaje que se estructura en una serie de metáforas…una estética plebeya basada en un tipo de cuerpos radicalmente
distintos a los hegemónicos y aceptados…un despliegue de disfraces, pinturas,
banderas y fuegos artificiales, fuera de las canchas los tatuajes y los
piercings. Una ética, porque el
aguante pasa a ser entendido como una categoría moral, una forma de entender el
mundo, de dividirlo en amigos y enemigos, cuya diferencia siempre se salda
violentamente, pudiendo llegarse a la muerte, una ética donde la violencia no
está penada sino recomendada”.-
En
el caso del Indio Solari, el “aguante” se traducía en las indecibles penurias económicas y físicas de los seguidores para
llegar y estar en los lejanos e inhóspitos lugares del concierto, penurias que
se esfumaban con las primeras notas musicales y comenzaba esa especie de
alucinación colectiva.-
Toda
generalización es indebida, no todos son iguales, menos aún los chicos que
concurrían acompañados de sus padres,
pero esas eran las emociones que los comerciantes contraculturales querían
explotar, y vaya si lo lograban.-
Disminuir
costos, maximizar ganancias, fueron los mandamientos liminares de las misas
ricoteras
Sabiéndolo,
no les importó seguir jugando con fuego,
cebados como estaban, creyeron que el delirio colectivo que confluía en el
endiosado artista, cubriría con su manto piadoso las gravísimas irregularidades de organización de tales conciertos que
reunían a cientos de miles de personas.-
Es
que mientras de un lado los sentimientos del aguante no tenían cálculo, del
otro la máquina de sumar jugaba su papel
fundamental.- La avaricia, como
pecado capital, arrollaba cualquier atisbo de prudencia, de moderación, de
responsabilidad.-
Quedó
de manifiesto, un día, ése día, que el indio Solari era lo menos parecido a un
dios, su cara parecía más identificada con lo que verdaderamente era: un artista veterano ganado por una codicia
sin límites.-
Disminuir
costos, maximizar ganancias, los dos
mandamientos liminares del dios ricotero, aunque haya que meter cuatro
veces más personas que la capacidad, contratar menos seguridad, tener equipos
de sonido que no alcanzaban para todo el predio, convocar a los fanáticos
aunque no tengan entrada, no contar con los medios sanitarios elementales,
pagar pocos impuestos.-
Un
semidios calvo y misterioso se descubrió como lo que era: un artista avaro e
inescrupuloso
Y
no le fue mal al Indio con su sistema, tanto que la revista Forbes Argentina ya
lo ubicaba en 2012 como el artista más
rico de la Argentina.-
Paradójicamente
fue un Intendente de Cambiemos el que le abrió la puerta a un músico que fue un
símbolo kirchnerista, prueba que la política, tenga un sello u otro, tiene
marcas en el orillo que le son comunes a todos los signos.-
Es
cierto que todo evento público multitudinario conlleva un riesgo que le es propio, y esto lo deberían saber quiénes
asisten a los mismos.- Nadie en su sano juicio, me parece, puede llevar niños
para que convivan con semejante escenario, en el barro, en medio de
apretujones, avalanchas, porros y alcohol.-
Sin embargo, ello no disminuye la
responsabilidad primaria de los organizadores, que dejaron de lado elementales medidas de seguridad y
comodidad, para gastar menos y sacar
el mejor provecho con la mínima inversión.- Un despropósito
canallesco.-Obviamente, el alcohol y la droga hacían el resto.-
Y
en esta Argentina del relativismo moral y la fractura social, se escucharon
opiniones que ni lejanamente tenían una pretensión de objetividad.- Patéticas
las posiciones de dos íconos del kirchnerismo, antes lo fueron de los derechos
humanos, ya no, Estela de Carlotto y
Hebe de Bonafini, que pretendieron transformar a Solari de victimario en
víctima, una pretensión casi comparable con la defensa de Milani.-
El fanatismo es inversamente proporcional a
la racionalidad, a la inteligencia, es ése el condimento principal de la
religión del aguante, tanto en su
versión barrabrava como rockera.-
Los
ídolos de barro se desmoronan con el peso de sus propias mezquindades
El
templo puede ser una cancha de
fútbol o un predio; los feligreses baten el parche, tiran bengalas, blanden
palos, tienen piercings; los sacerdotes
organizan pingues negocios revendiendo entradas, cobrando estacionamiento,
instalando puestos de alcohol y choripán, o haciendo entrar cuatro veces más
cantidad de público que la recomendable; las autoridades miran para el costado; y los dioses, tales como Solari y Maradona, hablan de justicia social
mientras se llenan los bolsillos.-
Los
ídolos con pies de barro se
desmoronan a los ojos de la gente por el peso de sus propias mezquindades.- La
de Solari es la avaricia, tan simple como eso.-
Aguante el aguante, mientras nos
llenamos los bolsillos a su costa.-
Jorge Eduardo Simonetti
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libre reproducción, a condición de citar su fuente
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