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sábado, 2 de marzo de 2019

EL REGRESO DE LOS MUERTOS VIVIENTES


ELECCIONES PRESIDENCIALES
 “Los muertos que vos matáis, gozan de cabal salud…”
Juan Ruiz de Alarcón (1581-1639)
                               La muerte política es, o debería ser, una sanción que la ciudadanía aplica al político que la ha defraudado. Constituiría un baldón más oprobioso que una sentencia judicial, porque los jueces somos todos nosotros, los electores, y no juega aquí la presunción de inocencia, el fallo se pronuncia en las urnas y significa para el político el olvido, el destierro social, la muerte moral.
                               Colombia es el único país que conozco con un procedimiento constitucional que puede culminar con una sentencia jurídica de “muerte política”.
                               Sin embargo, también existe un dicho que “en política nunca nadie muere definitivamente”, y los hechos sucesivamente otorgan patente de veracidad a esta máxima popular. Cuántos casos de políticos que fueron repudiados por la ciudadanía por la comisión de actos indebidos (en especial de corrupción), y aparecen luego “vivitos y coleando”. Y lo peor de todo es que reviven por decisión nuestra, de los ciudadanos, que los volvemos a votar.
                               “El regreso de los muertos vivientes” (1985), es una conocidísima película, en la que los muertos reviven convertidos en “zombis”, criaturas del oscuro mundo infrahumano, que vuelven para vengarse.
Cristina jugará fuerte en las próximas presidenciales, ya sea como candidata o a través de terceros. Ganar el poder representa la única posibilidad de eludir la cárcel. Aun así, nada es seguro, un eventual triunfo sólo le generará una mayor permeabilidad judicial, pero el final seguirá incierto
                               “Cristina vuelve”, debería decir por estos tiempos su marketing, no sabríamos si porque nunca murió políticamente a pesar de sus tres derrotas consecutivas (la última a manos de Esteban Bullrich) o porque fue revivida por su “hechicero”, Mauricio Macri, que la necesita viva para garantizar su propia subsistencia política.