EL PENSAMIENTO EN RETROCESO
“Todos los hombres son
intelectuales, pero no todos los hombres tienen en la sociedad la función de
intelectuales”
Antonio Gramsci
El lugar que ocupan los intelectuales
en una sociedad, especialmente el papel que ejercen en la misma, es un tema
debatido.
No es necesario ser partidario del pensamiento
del italiano Antonio Gramsci, un intérprete marxista creador del concepto de
“hegemonía”, para coincidir con su concepto. Los pueblos necesitan, para
escapar de su propia mediocridad, que sus intelectuales cumplan con su función
social.
La
noción común de “intelectuales” se acerca a la de vanguardia cultural de una
comunidad, es decir aquéllos que, a través de la palabra hablada o escrita,
ejercitan una suerte de guía o avanzada de las corrientes culturales
comunitarias.
Científicos, escritores, filósofos,
periodistas, académicos, sociólogos, politólogos, artistas y una larga lista de
profesiones y actividades, diariamente
difunden sus concepciones y van
dirigiendo al conjunto social las líneas trazadoras de su pensamiento,
ejercitando una suerte de paternidad crítica acerca de los temas que ocupan y
preocupan al ser individual y social, el hombre y la mujer.- Son, o deberían
serlo, los autores de una especie de manual de la vida, en función de su posición
de intelectuales de la misma.-
El
impasse intelectual que está sufriendo el país en estos tiempos, está
principalmente afectando al gobierno de Cambiemos, que parece moverse en una
cerrazón de pensamiento sólo interrumpida de la peor manera por su gurú
electoral: Durán Barba, el mismo que elogió a Hitler años atrás
Así
dicho, pareciera que las cosas son extremadamente sencillas, pero no lo son.-
Cuando de ideas se trata, el pensamiento y la elaboración individual de las
propias concepciones, no están sometidos a una relación de subordinación, ellas
simplemente constituyen “ríos de lava” que se canalizan de diferentes maneras y
por variados senderos, pocas veces sometidos a normas preconcebidas.- De allí
que, si el elemento constitutivo esencial del pensamiento es la libertad, ésta
te conduce adónde cada uno quiera o pueda llegar.-
Sin
embargo, además de la libertad, la socialización humana es un dato esencial en
la constitución del pensamiento. El trazo autorreferencial del razonamiento, se
correlaciona e influencia por la misma actividad de nuestros congéneres,
influencia en la que el intelectual funcional tiene un papel relevante.-
No
siempre, hay que decirlo, la función intelectual ha tenido un papel positivo en
la conformación de una concepción social dominante. Al contrario, muchas veces
condujo a la generación o convalidación de procesos de gran perversión.- Los
regímenes totalitarios, de ordinario tuvieron a mano su propia caterva de
intelectuales que fueron funcionales a sus perversiones.-
Además de los panegiristas, también están los
destacados hombres del intelecto que se dejaron fascinar con la personalidad de
los peores autócratas. “Gabo” (Gabriel García Márquez) –según cuenta Enrique
Krauze en su libro “Redentores”- experimentaba una “extraña fascinación ante la figura embalsamada de Stalin”, también
la “intoxicación que le produce la
proximidad física de János Kádár, el hombre que reprimió la sublevación
húngara, cuyos actos se empeñó en justificar”, y especialmente con Fidel
Castro: “No hay en la historia de
Hispanoamérica, un vínculo entre las letras y el poder remotamente comparable
en duración, fidelidad, servicios mutuos y convivencia personal al de Fidel y
“Gabo”.-
“Hay
momentos en la historia, que los que saben escribir no tienen nada que decir y
los que tienen algo que decir no saben escribir”, sostuvo Césare Pavese, escritor
italiano.- Esto habla de la relatividad de la influencia que los intelectuales,
en un determinado tiempo y lugar, pueden llegar a tener en relación a la
conformación del “sentido común” de la sociedad, entendido éste como “la
filosofía de los no filósofos”, el pensamiento del hombre común.-
Es
jurisprudencia social mayoritaria que el papel del intelectual es,
fundamentalmente, su posición crítica frente al poder.- Así como la función
periodística es ontológicamente refractaria a la justificación de los actos del
poder (“noticia es
aquello que nosotros no queremos que sea publicado, el resto es publicidad", decía el
entonces Presidente Lula), el intelectual desnaturaliza su función y debilita su
papel social cuando su mirada se configura desde los puestos de mando o desde
sus relaciones con el mismo.-
La
carencia de masa crítica en el mensaje oficial, puede notarse muy consistentemente
en el discurso monocorde y superficial del Presidente Macri, que nos confunde
con un optimismo infantil y la ausencia de propuestas conducentes
No
puede ser ignorado que todas las estructuras del mando social siempre
necesitaron de los intelectuales. De tal manera, el poder los ha seducido,
acercado, “aggiornado”, comprometido y, finalmente, incorporado a las filas del
“relato” militante, convirtiéndolos en reintérpretes benignos de la voluntad
del mando, o simplemente panegiristas patéticos de las figuras de turno.-
Y
si, como muchas veces, la producción intelectual individual fue funcional a los
objetivos de un régimen –cual Heidegger en la época nazi-, la posición adquiere
mayor virtualidad cuando de agruparse se trata, conformando aglomeraciones de
pensamiento cuya única utilidad es la funcionalidad a los intereses de los
encumbrados del momento. Claro que, desde allí, pierden mucha credibilidad de
la sociedad y, obviamente, se debilita su carácter de guías culturales.-
En
el país, tenemos -tuvimos, en rigor- un ejemplo claro y concreto de un grupo de
intelectuales que fueron cooptados por un gobierno y constituyeron una suerte
de carro erudito llevado a la rastra por el entonces oficialismo.- “Carta
Abierta”, de ellos se trata, ni siquiera fue capaz de formular guías
ideológicas o metodológicas a seguir por sus mentores en gestión de gobierno,
su tarea fue más mundana, menos creativa, más militante, menos productora, no
funcionó siquiera como “usina intelectual” sino más bien como difusora
ilustrada de las verdades elaboradas desde la cúspide del mando.-
Así,
a la desnaturalizada posición social en función de su constitución en
“intelectualidad oficialista”, tanto que se reunían ordinariamente en el
edificio gubernamental de la Biblioteca Nacional, el papel que cumplieron para
Cristina no fue el de “guías culturales” del modelo, sino más bien el de
justificadores prestos de su acción de gobierno, con una cerrazón intelectual
más pronunciada, mucho más que la del militante común.
Nos
están haciendo falta por estos tiempos, algunas referencias intelectuales que
nos ayuden a ver un poco más allá de lo inmediato, de la difícil conyuntura por
la que atraviesa el país, que contribuyan con los ciudadanos comunes a poder
interpretar la realidad y visualizar entre la bruma el puerto al que estamos
yendo.
Si los intelectuales
no cumplen con su rol social, seguramente los argentinos seguiremos
debatiéndonos entre la grieta de un tiempo pasado y la incertidumbre del tiempo
por venir
El
discurso de este gobierno es repetitivo y cansador, no sirve siquiera para ver
más allá de nuestras narices, antes bien funciona como una suerte de brújula
descompuesta que nos desorienta antes que mostrarnos un norte seguro.
Nos
resistimos a aceptar que el remedio contra la ineficacia, en la Argentina de
hoy, sea el regreso del autoritarismo y de la corrupción, deben haber otros
modos de ir construyendo un futuro que nos saque definitivamente de una
dicotomía que nos atenaza el ánimo y nos comprime la voluntad.
Y
en ello, los intelectuales deben jugar su papel social de entregarnos las
grandes líneas que nos sirvan para saltar cualitativamente un tiempo muerto en
la Argentina, sin el riesgo de caer en la regresión.
Si
los intelectuales no recuperan el prestigio perdido, seguiremos transitando el
camino sin la brújula indispensable del pensamiento.
Jorge Eduardo Simonetti
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citar su fuente
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