INTOLERANCIA, FANATISMO Y JUSTICIA.- El Presidente Mauricio Macri encabezó el lanzamiento
del Plan de Gestión de “Justicia 2020”,
junto al Ministro de Justicia Germán Garavano y al Presidente de la Corte
Suprema Ricardo Lorenzetti.- El acto se llevó a cabo en el Centro Cultural
“Néstor Kirchner, todo una paradoja.-
El
objetivo declarado del encuentro es lograr una justicia ágil, eficiente y
creíble, en la que el valor “impunidad
cero” se consagre en la cúspide de la pirámide, especialmente en cuánto a
los delitos de narcotráfico y corrupción pública.-
Cierto es que los temas económicos y
laborales representan los asuntos urgentes de los que el gobierno debe ocuparse
prioritariamente, pero si hay una cuestión importante que define la diferencia entre una sociedad civilizada
y otra primitiva, ésa es el funcionamiento adecuado de su Poder Judicial.-
Quizás
hayan pasado los tiempos de la definición de la justicia como valor absoluto, al decir de Cicerón “la gloria que corona las virtudes, reina y
señora de todas ellas”.-
Su
sentido moderno nos conecta más con una justicia
atenta e informada, viviendo el mundo de los mortales y muy alejada del
intemporal olimpo de los dioses.- No es la justicia ciega, sorda y muda de
antaño, es la justicia conectada con el
entorno.-
“Tres niños están riñendo sobre cuál de
ellos debe quedarse con la flauta.- Ana reclama el instrumento argumentando que
es la única de los tres que sabe tocarlo. El segundo niño, Juan, dice que
debería quedársela él porque es tan pobre que no tiene nada más con que jugar.
Carla, por último, afirma que la flauta debería ser suya porque fue ella quien
la hizo.- ¿Quién debería quedársela?...Al final, la decisión dependerá del peso
relativo que el juez conceda a las necesidades de los tres niños y a cuestiones
como la expresión artística y el auxilio de la pobreza”.- La fábula de la flauta fue relatada por el
economista y filósofo indio, ganador del Premio Nobel, Amartya Sen, en su elogiado libro “La idea de la justicia” (2009),
su idea crucial es que no hay una respuesta que sea absoluta y objetivamente
“correcta”.-
Coincido con la visión del genial indio.- La justicia humana genera verdades
parciales, subjetivas, opinables.-
Si
nos imbuimos del adecuado espíritu, todos tenemos un sentido de justicia, más propiamente una conciencia de la injusticia, de manera natural, casi instintiva.-
Por el contrario, si somos militantes fanáticos de los prejuicios y los
preconceptos, seguramente veremos nuestras creencias como verdades absolutas,
haciendo un culto de la intolerancia.-
Sin
embargo, aun cuando los parámetros absolutos no existen, cierto es que no todo
es lo mismo.- No es lo mismo justicia
que venganza, no es lo mismo juez justo que juez oportunista, no es lo
mismo la guillotina francesa que la sentencia jurídica.-
La
necesidad de la reconversión judicial sobre bases republicanas e
institucionales, marcan la punta del hilo de una gruesa madeja que hay que
desenrollar, en un tiempo en que el narcodelito y la malversación del
dinero público han penetrado las bases mismas de la convivencia.- En realidad,
son dos caras de una misma moneda: la corrupción, tanto pública como social.-
La corrupción es una enfermedad oportunista,
como el Sida, ataca el cuerpo
comunitario cuando las defensas institucionales y morales se encuentran bajas,
aun cuando en la Argentina del siglo XXI
se haya hecho lo imposible para exhibir impúdicamente su costado
genético.- Si la defensa institucional,
la justicia, se encuentra débil, seguramente la enfermedad se extenderá por
todos los estratos del poder y penetrará las capas del tejido social.-
El
problema de la corrupción no es la corrupción misma, sino la impunidad.- El problema de la sanción penal tardía no
es la sanción misma, sino la incredulidad que puede generar en el sistema
judicial.-
Por
ello decimos de la importancia del Poder
Judicial, porque si la gente no confía en el trabajo de sus jueces, el
andamiaje indispensable de la credibilidad pública puede caer estrepitosamente,
inaugurando un tiempo del vale todo como preludio de la disolución de las
formas civilizadas de convivencia.-
Cuando
se advierte que el magistrado tiene un ojo destapado, no para mirar la realidad
sino para escudriñar los tiempos políticos,
los valores huyen despavoridos.- Aunque más vale tarde que nunca, no es buen
mensaje que los jueces hagan hoy lo que debieron hacer ayer.-
Pero también es cierto que, cuando la sociedad está invadida por un
espíritu de venganza, la justicia como valor escapa por la puerta del costado
y los jueces se convierten en meros instrumentos circunstanciales de las
tendencias sociales y del poder de turno.-
No existe una necesaria correlación de
proporcionalidad directa entre lo que la gente quiere y lo que el juez debe.-
Si existiera, los que usufructúan el poder, a título del triunfo electoral,
estarían a salvo de la acción de la justicia, así como los que pierden serían
las víctimas propiciatorias.- No en vano se dice que el Poder Judicial es
contramayoritario, su función es precisamente equilibrar la balanza,
controlando a los que mandan.-
Pero
no siempre los hombres encargados de impartir justicia están al nivel de sus
graves responsabilidades.- A esta altura de los acontecimientos, es tiempo de preguntarse si los jueces no
deberían explicarle algo a la sociedad.-
Deberían
decirnos por que antes no y ahora sí, darnos
las razones de las dos velocidades según sean los tiempos políticos,
explicarnos las ejecuciones extemporáneas de sentencia.- ¿Son los jueces libres
de manejar los tiempos judiciales? ¿Existe bajo su pie derecho un acelerador
que es pisado a fondo o levantado a gusto y conveniencia propios?
Vivimos
un tiempo atravesado por el prejuicio y la desconfianza, sólo una actuación
insospechada de los hombres de la toga y la balanza puede contribuir para
neutralizarlo.- Pero los jueces son seres humanos, integrantes también de una sociedad que está más proclive a
conectarse con los disvalores de la venganza y el fanatismo, que con los
principios de la justicia y la tolerancia.-
Aquello que se dio en llamar la grieta, esa porfiada y drástica división entre
iguales, entre argentinos de a pie, entre uno mismo y el prójimo (próximo),
ni antes ni ahora da buenos resultados para una vida razonablemente bien
vivida.-
Antes
que una fractura, ésa que nos ha convertido a los argentinos de uno y otro
sector en expertos zapadores, prefiero
ver la grieta con sentido positivo, aquél que le confiere un valor de corte a
las diferencias, y que termina por zanjar
las contradicciones hacia caminos de cohesión social.-
Ese
modo positivo de administrar las cosas, es lo que nos genera mejores
expectativas de vida.- De tal modo, serán aplicables a nuestra inteligencia
social, las palabras del poeta,
novelista y cantautor canadiense Leonar Norman Cohen, cuando dijera que “hay
una grieta en todo, así es como entra la luz”.-
Jorge Eduardo Simonetti
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