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domingo, 21 de mayo de 2017

EL ESTADO BENEFACTOR NO LOGRA ACHICARSE

POBREZA E INDIGENCIA
 “Es el año 1861 y la guerra civil estadounidense está destrozando el país.- En un momento en que tanto unionistas como confederados se esforzaban por alistar a nuevos reclutas en sus ejércitos, alguien tuvo la idea ingeniosa: ofrecer pensiones generosas a los soldados y sus viudas.- Todo indica que el plan surtió efecto: cientos de miles se apresuraron a sumarse a la contienda” (Edmund Conway)
                               ¿Cuándo cree que se hizo el último pago de las pensiones de la guerra civil estadounidense? Los veteranos más jóvenes se murieron entre 1930 y 1940, pero el último pago fue en 2004, año en que falleció la última viuda que se casó a los 21 años con un veterano de 81, en 1921.-
                                El estado de bienestar o benefactor, es aquél que garantiza a su población más necesitada, los servicios de salud, educación, pensiones, vivienda, etc., que son financiados por la recaudación fiscal de los impuestos que paga la población económicamente activa y en blanco.-
                               El modelo del estado benefactor se origina en la Alemania de Bismarck en el siglo XIX, aunque fue luego de la Primer Guerra Mundial y de la Gran Depresión de 1930, que se instaló fuertemente en los Estados Unidos y en el Reino Unido, ante la magnitud de las penurias por las que atravesaban muchísimas familias para obtener lo elemental.-
                               En el siglo XX, las llamadas prestaciones sociales se fueron profundizando, extendiendo y  abarcando mayor número de ciudadanos, naciendo un nuevo concepto, ya que los países, antes, sólo tendían a cobrar impuestos a sus ciudadanos con el fin de protegerlos de la delincuencia y de una posible invasión.-
                               El sistema funcionó de manera excelente en los años de la posguerra, el aumento de la población provocado por la explosión de la natalidad a fines de los cuarenta y la década del cincuenta (el denominado “baby room”), hizo que hubieran muchos trabajadores jóvenes aportantes con sus impuestos, lo que permitió sostener el sistema hasta la década del 80.- Luego, en función de la disminución de la tasa de fertilidad y otros problemas, el sistema comenzó a hacer agua y los países se pusieron a repensar las soluciones, ante la factura gigantesca que les quedaba pendiente.-
El estado benefactor es producto de la modernidad, ante las sucesivas crisis económicas que dejaron a vastos sectores sin posibilidades de subvenir sus necesidades más elementales
                               A pesar de haber sacado a muchas familias de la pobreza y haber mejorado de manera importante los estándares sanitarios y educativos en el mundo occidental, los autores detectaron los dos problemas más importantes del estado benefactor: el socioeconómico, debido a su tendencia a desincentivar el trabajo, y el fiscal, relacionado a los recursos que se necesitan para financiar los beneficios sociales.-

                               En la Argentina, sin dudas con importantes antecedentes de la administración radical, fue Juan Perón el que instaló en todo su esplendor el estado benefactor, aprovechando un momento excepcional de reservas económicas, y una política de apertura a las clases sociales menos favorecidas.- Ello, con altos y bajos, llega a nuestros días.-
                               Los beneficios de las ayudas sociales tienen mucho que ver con el funcionamiento de la economía en general, las fuentes de trabajo, el nivel de actividad económica.- Por ello, gastar mucho en ayuda social no es un mérito (como parece pensar el populismo), sino un reconocimiento a la falta de posibilidades de las personas de vivir de su propio trabajo.-
                               En rigor de verdad, no todo es de explicación tan sencilla y monocausal, pero cierto es que la experiencia ha indicado que el estado benefactor no debe ser el objetivo de máxima de una sociedad progresista y tampoco que el mercado es la solución a todos los problemas de un pueblo.-
De ser un auxilio momentáneo ante la crisis, el plan social pasó a constituirse en un modo de vida permanente para millones de argentinos
                               El Presidente Macri, en su campaña, prometió “pobreza cero”.- Aun cuando sabemos que fue un slogan de impacto publicitario, cierto es que su objetivo es la reducción del flagelo a sus mínimos posibles.- Sin embargo, no sólo no redujo, sino que los índices de pobreza e indigencia se incrementaron durante su gobierno.-
                               A partir de un INDEC recompuesto en su calidad técnica y su integridad moral, los números fueron terribles: 32,2% de la población en situación de pobreza (no alcanzan a ganar los valores de la Canasta Básica Total), y 6,3% en indigencia (no llegan a la Canasta Básica Alimentaria).-
                               La pregunta es: ¿sirvió el estado benefactor, a través de los planes sociales, para disminuir la pobreza? La respuesta es negativa.- Si bien el primer ciclo kirchnerista tuvo un fuerte viento económico mundial de cola, lo que permitió la reducción de los índices de pobreza e indigencia, los cierto es que los mismos comenzaron a subir nuevamente a partir de mediados de la primer presidencia de Cristina
                               Según el Barómetro de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), en 2014 el índice de pobreza se elevaba al 27 % de la población, y en 2015 al 29%.- Finalmente Macri, en 2016, pasó de la promesa de “pobreza cero” a una real (ya con mediciones INDEC) de 32,6%.-
Diez años continuos de incremento de los índices de pobreza no son una plataforma ideal para comenzar a pensar en la baja del gasto social
                               Lo relevante es que el aumento de la pobreza y de la indigencia, convive con el incremento progresivo de los habitantes incluidos en los planes de ayuda social, de 500.000 personas con el Plan Alimentario Nacional de Alfonsín, a 2.200.000 personas con el Plan Jefes de Hogar de Duhalde, 8.000.000 con la Asignación por Hijo de Cristina, que Macri extendió a 9.000.000.-  Hay más 60 tipos de planes, con más de 19.000.000 de beneficiarios (muchas personas tienen varios).- El experto, Daniel Arroyo, ex funcionario de los gobiernos de Kirchner y Scioli, manifestó que “los planes sociales son una solución agotada en la Argentina”.-
                               El plan “empalme” anunciado recientemente por Mauricio Macri, que consiste en incorporar el monto del plan social al salario de un sistema de empleo subsidiado, parece constituir un paliativo pero que tiene una misma raíz que el resto: falta de trabajo genuino y planes sociales sucedáneos.-
                               Los autores que creen en la teoría que la economía se mueve, fatalmente, entre ciclos de auge y de caída, consideran que la Argentina se encuentra justamente en un momento cíclico de declinación, tras uno de auge en el primer capítulo kirchnerista, lo que nos lleva a pensar que el futuro de recuperación, por ahora, tiene más componente de deseo que de realidad.-
Estamos ya pagando la factura del gigantesco gasto público, con el peor y más regresivo de los impuestos: la inflación
                               El optimismo de Dujovne, al hablar de la aparición de bosques verdes en el escenario argentino, no ya de brotes, nos expone más  un optimismo exagerado del ministro, una expresión voluntarista,  un ánimo de tapar la verdad, ante una inflación que no cede y una caída del consumo y de la actividad económica que no para.-
                               Desde nuestra humilde posición de ciudadanos, cruzamos los dedos para que comience de una vez por todas, la recuperación económica, pero francamente no se advierten todavía  condiciones para que el estado benefactor vaya a disminuir drásticamente los subsidios en favor de una economía con empleo genuino.-
                                                           Jorge Eduardo Simonetti
*Los artículos de este blog son de libre reproducción, a condición de citar su fuente


                              





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